Por Andrés Vera Díaz
Morena en Zacatecas ganó más allá de no haber obtenido la gubernatura. Con prácticamente 5 Diputados en la siguiente legislatura, 3 ayuntamientos y 180 mil votos, se convierte en términos electorales, en la segunda fuerza, aunque con poca representatividad en cargos, el hecho de gobernar la capital durante los próximos dos años, simbólicamente propina al PRI y aliados, una derrota a largo plazo.
Y es que a pesar de que se pretenda maximizar que David Monreal fue aplastado, realmente las palabras de Andrés Manuel López Obrador, con la doble moral de fomentar el puritanismo de la marca, pero adhiriendo a personajes que han militado en la antítesis de su proyecto, tiene razón al señalar que Morena salió bien librado en las elecciones, pues demuestra que un partido con menos de dos años de creación, avanza en la preferencia ciudadana a pasos agigantados. Haber ganado Zacatecas y Veracruz, representaría una derrota apabullante para los 3 partidos que aún continúan como los más importantes en el país, PRI, PAN y PRD, en ese orden ahora.
Era previsible que no dejarían que Morena gobernara una entidad, pues significaba posicionar de manera palpable a Amlo como la opción viable para el 2018, y esto resulta prohibitivo para la élite de la clase política del régimen, sin embargo, la obtención de curules y ayuntamientos en muchos estados abre la puerta aún más para el fortalecimiento de estructuras, principal problema de este instituto político. Viene a cuenta señalar que Andrés Manuel no tuvo como objetivo acomodar a gobernadores de Morena. En realidad, lo que el tabasqueño busca es crear una estructura operativa, con miras al 2018, y en ese sentido, el paso se da, no enorme, pero si con decisión.
Por eso, sin victorias rimbombantes, Morena sería el partido con los mejores resultados. O si lo prefiere, sería el frente político que terminaría más cerca de los objetivos planteados.
Pero eso no es todo. La victoria de Morena resulta doble. Y es que mientras Morena creció, su principal adversario –el PRD–, perdió empuje.
La fuerza de Morena se concentra ahora fuera de la Ciudad de México, en algunos estados –como Zacatecas y Veracruz–, que siempre va de la mano con la popularidad de López Obrador y los votos que suma son sufragios que pierde el PRD y el PRI, algo por de más preocupante para el tricolor. Morena no logró ninguna gubernatura, pero alcanzó el segundo lugar en Zacatecas, y se ubicó en tercer lugar en los estados de Veracruz, Oaxaca y Quintana Roo.
Por lo pronto en la capital, Soledad Luévano alcanzó la victoria con una tímida campaña, apostando a su fortaleza en redes sociales, pues poco se le vio en colonias y comunidades, incluso, abortando de último momento eventos proselitistas. Esto concluye sin duda, que mayoritariamente, la clase media baja y media media, le otorgó los sufragios necesarios. Ahora debe recomponer relaciones con muchos sectores, porque de ser la Diputada golpeadora, ahora se convierte en objeto de crítica, ¿resistirá?.
Por otro lado, en la fórmula capitalina, Mónica Borrego, hermana de un exgobernador priista, se alza con el triunfo en el Distrito I, también con poca propuesta y campaña, esperando que los votos para David y Soledad le cayeran en cascada, le funcionó, pero su curul se basa en el rechazo a la hermana de Miguel Alonso, una señora con nulas ganas de ser Diputada, nula simpatía y carisma. De aquí se desprende otra conclusión significativa icónica, Miguel no sólo en términos políticos – populares pierde influencia, a pesar de que ganara su títere Carlos Peña (quien invirtió más dinero), sino que dejar la capital en manos de Morena, coloca a Tello, con un margen complicado para gobernar, con sólo 28 municipios y 13 curules, pero a final de cuentas cumplió, Zacatecas de nueva cuenta, demuestra que no abre los ojos ante la miseria y corrupción. Pero no es caso contrario en los estados donde ganó el PAN, recordemos que 7 de los 9 candidatos que ahora serán gobernadores, son expriistas, más el pacto del blanquiazul con el tricolor para denostar a Morena, da por consecuencia, de fondo, un nulo cambio.