Por Andrés Vera Díaz
En puerta otro frente entre el oficialismo y la oposición ampliada, la elección judicial cierne las disputas entre grupos políticos antagónicos contra lo que pueda representar en lo nacional a la 4T, y en lo local, al monrealismo.
La renovación del Poder Judicial entrama una nueva estructura dirigida a intereses especiales en el marco de asentar al régimen y cerrarle las puertas a los anteriores esquemas de poder.
Para la oposición, representa un peligro latente el hecho de ya no tener nichos de influencia que les permita mantener cotos propensos a impedir los proyectos y resoluciones judiciales que atenten contra el oficialismo.
Por el otro lado, para la 4T es imperante desvanecer resquicios que demeriten su capacidad de influencia sobre casi todas las instituciones, por lo tanto, la elección abre un parteaguas para soportar el mantenimiento de los «nuevos» grupos en el poder.
En Zacatecas la polarización es evidente. Miguel Varela intenta desesperadamente apadrinar algunos candidatos mientras por el otro frente, algunos ni siquiera figuran en lo más mínimo en campañas, ¿planchados?
Lejos ha quedado la promoción en sí, pese a los reproches de que el INE impedía -y tras una correción de plana- incentivar la participación ciudadana del proceso. Sin embargo, en la oposición, figuras deleznables como Salinas Pliego y Fox, llaman a no emitir el sufragio, como un llamado a impedir lo que denominan, elección de estado.
Claro, la forma más simplista de legitimación -aunque se vaya a registrar una ínfima participación social- es por medio del sufragio, porque hasta el abstencionismo es democracia, dirían algunos.
Entonces, los matices parecieran encaminados a una movilización de estructuras, mismas que la oposición ya no posee con certidumbre; al tiempo, de que extrañan la imposición de perfiles acomodados desde los poderes ejecutivos con la «aprobación» de mayorías alineadas en San Lázaro.
En la forma, esencialmente pareciera lo mismo pero no es igual. La apertura de una elección emite la oportunidad de que a pesar de las estructuras, exista la posibilidad de campañas para darse a conocer. Con todas sus limitantes económicas y de exposición en medios o propagandísticos, la posibilidad se establece.
El punto medular entonces, es la activación de estructuras en un entorno que no es diferente a las elecciones para el legislativo y ejecutivo. ¿Democracia dirigida o abierta? El punto de vista contrasta también con la designación casi directa de jueces y magistrados como en antaño, bajo el dedo inquisidor de los poderes fácticos, económicos y gubernamentales.
En esencia, el objetivo es el mismo. ¿Las causas son las diferentes? La respuesta claro que tenderá a la óptica de los intereses, pero los mecanismos para su ejecución son ya difíciles de distinguir.
En todo el tiempo que se gestó la apertura a la elección bajo sufragio popular, la oposición no pudo presentar ni argumentar un método que complementase lo generado y luego consumado. La negativa siempre fue la misma, «así no», pero el planteamiento alterno no se vio formado por ningún lado.
Al tiempo que usaban al Poder Judicial como órgano ejecutor contra cualquier cosa que significase 4T, no exigían ni el pago de enormes impuestos adeudados por Salinas Pliego o el uso discrecional de recursos sin ningún pelillo de transparencia.
Desde la otra perspectiva, la espera de jueces a modo, abrirá la posibilidad de tumbar cualquier promoción legal contra obras que justifique bien o mal, la llamada 4T y sus extensiones estatales.
Lo dijo explícitamente David Monreal en el caso del segundo piso. Al arribar otros, a revertir amparos y en consecuencia, la retórica opositora no tendrá mucho sustento más que la narrativa de autoritarismo, ese mismo autoritarismo que dictaba la línea en tiempos pasados.
Básicamente, de fondo no hay mucha diferencia, son los regímenes quienes asienten sus directrices, ya depende de las preferencias, gustos, intereses y hacia donde van los billetes, como se puede advertir la justificación.