Por Andrés Vera Díaz
Ya he comentado y demostrado anteriormente que no hay datos precisos sobre la construcción del masacote llamado “Viaducto Elevado Boulevard Adolfo López Mateos y Calzada Héroes de Chapultepec” cuyo costo «presupuestado» es de 3600 millones de pesos – a reserva del incremento -, porque siempre se encarecen conforme se van construyendo obras.
La develación de datos inconsistentes en la retórica, propaganda y la politización del tema al que lamentablemente se han subido políticos de poca monta como el presidente del Consejo Estatal de Morena, añade mucha incertidumbre a la viabilidad técnica, económica y social del segundo piso.
La oposición al mismo, no solamente ha recibido negativas de información, la propia consulta (plebiscito) y llamados a entablar mesas de trabajo de carácter informativo. El gobierno del estado quiere negociar en lo oscurito, lo que levanta más sospechas de la sustentación del proyecto. Inclusive, quien redacta, ha invitado dos veces al Secretario de Obras Públicas para que explique y se abra el debate de forma transparente, las negativas son impuestas desde la Coordinación de Comunicación Social y la Secretaría General de Gobierno.
Pero, no es que se esté per se en contra de la obra, sino que ante la necesidades imperantes en el estado, el segundo piso es la expresión del derroche innecesario, entonces, la necedad de llevarla a cabo responde en una inferencia lógica, a que solamente se busca el moche, y es que…
La cerrazón para aperturar la información y darle un carácter vinculante se cierne en una especie de aplicación sin forma, de la implantación de obras estratégicas llevadas a cabo por la 4T, como si entonces, cualquiera que se realice, tiene el carácter de justa, necesaria y de bienestar, cuestión que es completamente falsa.
El segundo piso no es Dos Bocas que tiende a la autonomía energética ni el Tren Maya, que potencializa la economía del sur del país. Magnas obras que además, competen a la instauración de buscar las condiciones de desarrollo polarizadas en muchas zonas de la nación.
Pero el segundo piso que pretende David, además de colocar en peligro el nombramiento de Patrimonio Mundial, solamente «alivia» un «problema» vehicular de 3.4 kilómetros que se soluciona con otras alternativas.
Entonces, la lógica de imponer un proyecto que no potencializará nada -más que los bolsillos de unos cuántos – no tiene justificación alguna, porque la simplona idea de que dará empleo a 2500 zacatecanos, finalmente sería temporal, pero además, afectaría la economía de decenas de negocios y sus cientos de trabajadores. Lógica paradójica.
El malogrado secretario de Economía, que tiene al estado en los últimos sitios en creación de empleo formal, registrados ante el IMSS, en inversión extranjera y atracción de empresas, es a quien han usado para asegurar que habrá un programa de sostenimiento económico para las empresas asentadas a lo largo del boulevard. ¿En serio?, y hasta centro comerciales como La Villita, DHL, BBVA y hoteles?. ¿Cuánto tendrán que erogar para compensar los ingresos de este tipo de negocios? Tampoco han dicho nada, porque no les han preguntado nada.
Ah pero, el «mandamás» de Morena exige que no se le de tratamiento al tema desde la óptica «politiquera» y pide que la oposición presente datos. ¿Será ciego?, es el gobierno estatal el que no emite la información requerida. Por eso, la retórica de un gobierno que «encabeza» uno de los gobernadores peor evaluados del país es sencillamente absurda.
Siguen sin entender los términos de legitimidad y hechos. David no es Andrés Manuel ni la doctora Sheinbaum, quienes en sus respectivos gobiernos – país y Ciudad de México – le entregaron plusvalía social y económica amparados por la austeridad, no por subejercicios que afecten a otros sectores de la sociedad.
Ante la falta pues de apoyo social natural y real, es la opacidad el instrumento de aplicabilidad aderezada con el vil discursete de que quien esté contra el gobierno estatal está contra la 4T. Una grandísima estupidez cuándo sencillamente se puede esgrimir la idea de que quien intente imponer una obra con recursos públicos sin la justificación de desarrollo social extensivo, como mero esquema de negocio, es lo más neoliberal del mundo.