Por Andrés Vera Díaz
El viernes 26 de mayo, una reunión entre Geovanna Bañuelos, Alberto Anaya y Andrés Manuel López Obrador en Minatitlán, Veracruz, zanjó las diferencias rumbo a la elección más grande en la historia del país.
Finalmente, y tal vez con poca consecuencia electoral, el Partido del Trabajo declinó a favor de Armando Guadiana en Coahuila abandonando a su suerte a Ricardo Mejía, quien día antes fue objeto de señalamientos por el propio López Obrador.
Indudablemente en Morena se equivocaron. Guadiana es un candidato mediocre. Gran empresario carbonero, afanoso turista hacia Estados Unidos y perdedor de la elección ulterior para la alcaldía de Saltillo, no era el idóneo para encabezar la respectiva a la gubernatura.
El PT aprovechó el significativo posicionamiento del ex subsecretario de Gobernación para impulsarlo y colocar un mensaje de calado hacia la 4T. El instituto político que ha acompañado a AMLO de forma histórica en cada proceso, no ha tenido la consideración necesaria. Ninguno de l@s gobernador@s actuales suscritos al movimiento ha tenido sigla petista.
Sin embargo, de forma básica, el error de cálculo para condicionar a la 4T no consideraba la supervivencia nacional. El PT tiene registro, pero con un hilo muy delgado desde aquella elección extraordinaria en Aguascalientes donde pudo obtenerlo de nueva cuenta, sin embargo, en 2021 perdió sendos registros en varias entidades federativas.
La aportación del PT en el actual régimen se ha sustentado sobre todo en la conformación del Congreso de la Unión, donde permite al oficialismo mantener mayoría simple, y en esa lógica, retornan a la dinámica de coalición para 2024. Invariablemente, necesitan de la alianza, sobre todo el próximo año cuando enfrente el reto de mantener su registro nacional tras eliminarse la cláusula de vida eterna del Plan B de la reforma electoral, la cual permitía la transferencia de votos de los partidos mayoritarios a los minoritarios.
Razón mayor para coaligarse, sobre todo, en la lógica de mantenerse en el mapa electoral con el arribo de plurinominales. En el PVEM, se frotaban las manos ante la posibilidad de ser el único aliado de Morena y llevarse una tajada mayor. Sin embargo, el PT ha reculado porque simplemente no les queda de otra.
Así, a pesar de que Geovanna Bañuelos era la encargada de los senadores petistas para impulsar la candidatura de Mejía, ha tenido que observar desde lejos como su partido se realinea. Sin acudir a Saltillo, pues promueve los foros de prevención de adicciones en Zacatecas, fue el pretexto perfecto acudir a uno respectivo en Jerez para no apersonarse en darle la espalda a su “tigre”.
Aunque, esferas de la Comisión Ejecutiva Nacional del PT dieron a conocer el dato a quien redacta un día antes de la situación en Coahuila, busqué a la Senadora zacatecana para confirmarlo. Con un evasivo “no puedo decirte nada más que en próximos días SE RESUELVE el tema”, la legisladora dio pie a la información que finalmente se registra como un hecho.
Pero a razón de la rebeldía, estigmas recaen sobre Bañuelos, quien busca la reelección intentando sopesar un sin número de iniciativas de poco calado, mejor dicho, para salirle al paso con eso de la productividad legislativa. La marca de impulsar una desavenencia que puso al borde romper una coalición que asegurase la mayoría simple en ambas cámaras, dejó amargura en cuadros morenistas, sobre todo en Zacatecas.
Geovanna recreó las condiciones propicias para que se promueva un plan de exclusión (hasta poético parece), a las que se suman las constantes acciones de sus dos alfiles en el Congreso local. Xerardo Ramírez, del “Zacatecas bonito” a ser un opositor ácido, tampoco tiene venia para el continuismo, ya sea reelección o la alcaldía de la capital. Plan B, impulsarlo a la dirigencia del partido sería la consideración de Geovanna. ¿Lo permitirá Femat?
Ana Luisa del Muro, con poco lustre político, también pensaba en darle continuidad a su debut como política de elección popular, pero se coloca en la cuerda floja ante la incorporación casi inmediata al grupo “bañuelista”, y cuya dinámica ha sido ir contra la Nueva Gobernanza, en específico contra Verónica Díaz y David Monreal.
Ahora, el tono de confrontación deberá ser minado. No podrán alegar más la voz rebelde en razón de una coalición en la que el logo acompaña al de Morena. Al diputado “francés” (vaya vacaciones de lujo), le ha caído como balde helado la noticia de tener que aminorar (por lo pronto), el discurso lleno de contradicciones.
A la espera de negociar con quien encabece la candidatura presidencial para meterse entre las candidaturas, deberán calmar las ansias de chocar mediática y legislativamente contra lo que represente Morena en su extensión total.
En lo inmediato. A Geovanna se le ha caído la idea de promover fórmula de mayoría con Ricardo Monreal a la cámara alta. Deberá tejer muy pero muy fino para recomponer. ¿Alberto Anaya comprará de nuevo espejos?
P.D: Al diputado de los “cien mil”, el turismo legislativo, las camisas con cargo al erario y los viajes a Europa no le caía mal en la campaña pasada, donde la vacunación por la pandemia y la entrega de programas sociales le ayudaron a llegar. ¿Qué nueva retórica saldrá de su lengua viperina?