Por Andrés Vera Díaz
Movimiento Ciudadano comienza a gestar una alianza con el PAN y PRD, emulando aquella del 2018 en la que los naranjas solamente aportaron el 1.78% y el Sol Azteca el 2.83% del total de 12 millones 610 mil sufragios a favor de Ricardo Anaya.
Hace días, Marko Cortés, Dante Delgado y el ex candidato se reunieron en Estados Unidos para tejer la probable coalición de cara al 2024. No es coincidente que las principales figuras del “emecismo” lanzaran una campaña llamando a “ni un voto al PRI”. Claro que la dedicatoria unipersonal entonaba un mensaje cordial para sus antiguos socios electorales.
La afrenta, enmarcaba un pacto de facto entre el tricolor y Morena, en las que se incluyen sendas reformas constitucionales, aunque en la Electoral no llevara sincronía (curioso). Sin embargo, la alianza beneficiaría más a Morena, pues el desencanto de la “tercera vía” se elevaría a estratos en los que Jalisco quedaría en vilo. Enrique Alfaro se dedicó a desgranar Acción Nacional en aquella entidad de forma mediática y aunque en la coyuntura por impedir el avance morenista en dicha entidad, se propiciaría romper con una política única que les ha dado resultados y fomentaría el rompimiento con acuerdos del gobierno federal con MC. Recordemos como Samuel García simplemente ganó Nuevo León bajo una cascada de redireccionamiento electoral.
La campaña, a días de la elección en Edomex conlleva un doble mensaje, desgranar por completo la alianza Va por México y en este sentido, Delfina Gómez lo agradecería (pues el PRI como el instituto político peor evaluado entre la ciudadanía hunde las coaliciones); y al mismo tiempo, emitir sonoro recado a la Federación para que se signen pactos al por mayor para el próximo año. ¿O acaso es casual que Jorge Álvarez se desgarre en su retórica de opción individual e independiente, negando desde hace 4 años, políticas aliancistas pero en la coyuntura, lance una misiva cifrada para tal efecto?
El momentum simpático será cuándo en Zacatecas, Laviada y Calderón anuncien su incorporación al PRD bajo también, la álgida epifanía de exponer una imperiosa necesidad de ir como sea contra Morena y aliados. Álvarez Máynez se ha manifestado ya en contra de la idea, lo mismo que Amalia García de manera un poco más “cortés”, pero, si al tiempo, se signa una alianza con el Sol Azteca, ambos duetos quedarán en ridículo. Los primeros argumentarán razón, pero ¿cómo matizar la discordancia en la obtención de candidaturas en MC, motivo esencial de su disputa?, y los segundos, ¿cómo deslizarán su giro discursivo en razón de admitir lo que se negó como fundamento para la colocación de su partido en el mapa electoral nacional? Será muy interesante y hasta divertido observar sus dichos.
¿Y si en caso de la existencia de un pacto electoral, tampoco les dan nada en el PRD a los empresarios de la construcción y restauranteros? ¿Buscarán incorporarse al PAN? Es que tiro por viaje modifican su proceder acorde a los tiempos y, pese a su “dinamismo” como opositores, finalmente hicieron campaña a favor del partido dominante. Eso nadie lo va a olvidar.
Curioso resulta, como los políticos piensan solamente en términos de estructuras, mismas flacas y distantes. Ya los veré con un banner que incorpora colores a modo. Pese a un disentimiento partidista, en la Legislatura aliados de facto. Todo sea por la grilla.
Y mientras en la oposición apenas analizan cómo, con quién y por dónde, en el oficialismo la operatividad al máximo. Los posicionamientos entre corcholatas solamente llevan la mano de la preferencia, pero no de la divergencia. El cierre de filas se llama “lopezobradorismo”. El Presidente marca la línea y entre más lo atacan, refuerzan entre la ciudadanía, la idea de un pragmatismo sexenal o trienal. Mantienen cautivos, pero alejan prospectos, porque las sumas que anuncian, nada menos que anexados a chupar lo que queda de sangre en algunos institutos políticos. Es también algo curioso, el político tradicional se encierra en visiones muy particulares, en lugar de ser propositivos, asumen su acción en la misma estrategia que llevó a AMLO a la presidencia, pero sin legitimidad. Ante la evidencia de elección tras elección a la baja, enclaustran su juicio en advertir lo que no pudieron rectificar.
Así, por ejemplo, la elección en Coahuila, dónde el candidato del PRI previene no caer en un “zacatecanismo” como propaganda electoral. ¿Qué acaso en los tiempos de los Zetas no fuimos invadidos por ese grupo delincuencial proveniente de ese estado y de Tamaulipas? Es decir, el marketing político se coloca en un espectro demasiado coyuntural, mismo que no permite la construcción de una plataforma política de verdadero calado.
Mientras eso sucede, MC decide no subirse a los trenes electorales en Edomex y el estado vecino favoreciendo sin duda a Morena, arreciado su discurso contra un pasado tricolor del que no formarían parte, pero coqueteando con adherirse a un probable plan B, en el que chocarían de lleno con sus propios simpatizantes.
MC y sus miembros significativos tampoco le dan la espalda al contratismo gubernamental. Senda investigación del portal “emeequis” evidencia como se han favorecido a pesar de llevar una línea discursiva “opositora”. En cambio, otros que llevaron dicha consonancia no fueron beneficiados como Laviada, cuyo berrinche metodológico no le ha traído dividendos más que los de llevar una bandera contra el partido que lo rescató de la muerte política. Esa es la realidad.