Por Andrés Vera Díaz
Rubén Ibarra incrementó hasta con 600 profesores bajo honorarios (horitas clase), la nómina de la máxima casa de estudios. El presupuesto no era atender las necesidades académicas, sino condicionar el voto para la elección en el SPAUAZ. De los 2 mil 900 mentores universitarios –mujeres y hombres-, 1 mil 287 están contratados bajo esa categoría, que se incrementó durante los últimos dos años rectorados.
Con todo y movilizando bajo la advertencia de no otorgar dichas horas clase, cambiarlos de adscripción o incitando (con la asesoría del ex rector Francisco Javier Domínguez Garay), el truene del proceso electivo, el actual “mandatario” de la máxima casa de estudios promueve una crisis auto infligida inédita.
En un proceso abierto, transmitido por redes, con la presencia de las diversas planillas que además conformaron la mesa de conteo de votos, Ibarra y compañía desconocen el triunfo de la primera mujer que abanderaría la lucha sindical en la UAZ, Jenny González Arenas.
El títere de Ibarra, José Juan Martínez Pardo ha desconocido ya el proceso que fuese perdido para su coto por tan sólo dos votos. Finalmente, esa mínima diferencia fue producto de un conteo transparente, pero pretenden usarlo como argumento para desconocer el triunfo de quien sería una piedra en el zapato para la malograda administración de Ibarra.
Pero el rector y Domínguez no dimensionan el movimiento detrás de Jenny. Un importante sector feminista apoya por supuesto, el arribo de una mujer al SPAUAZ, quien tiene la plusvalía de un importante activismo intelectual. Entre sus estrategias, sería interponer quejas en diversas instancias por violencia política de género y los que resulten.
En otro texto, advertía que la mega marcha que convocó Ibarra hace algunos meses, fue simplemente una coyuntura usada con el pretexto de la exigencia de paz para el estado. en realidad era “mostrar” músculo político manipulando un legítimo y natural pensamiento universitario, que contrastaba con el silencio de una serie de asesinatos contra estudiantes. Hoy, que ha perdido legalmente el sindicato, le duele hasta las entrañas que no tuvo el respaldo total para imponer otro secretario general a modo, que ha validado cada movimiento interno, como aletargar el reconocimiento del Contrato Colectivo de Trabajo aunque cientos de profesores exigieran no se acotaran los derechos laborales.
Ibarra tampoco tiene buena relación con la Nueva Gobernanza, sobre todo porque el incremento de la nómina no corresponde con la crisis financiera que tiro por viaje, se recrimina pero sin la existencia de un compromiso de sanar las finanzas por ningún lado.
El acoso de Ibarra llega a tal grado que vendió sus amores al ala más grillera de la UAZ, aquellos que sin pudor alguno, cobran pensión y además, tiempo completo como docentes, pero con la retorcida visión de, solamente por ego, dinamitan el devenir de la UAZ con grillas advenedizas.
Para ese grupo, la politiquería importa más que el acoso escolar y sexual. Hoy, nuevamente la UAZ se envuelve en una severa advertencia social por el suicidio del joven Diego en la Unidad Académica de Medicina. De acuerdo con testimonios que recogió el Sol de Zacatecas, la muerte de Diego Emiliano, es la segunda que ocurre en condiciones similares entre estudiantes de los últimos dos semestres de la carrera, fase de la licenciatura en que la presión y las exigencias académicas son mayores.
A lo anterior, la falta de empatía del rector se hace evidente, quién en sendas entrevistas, con una frialdad repudiable, se limita a decir que existe la atención en la respectiva de Psicología y el CASE (Centro de Aprendizaje y Servicios Estudiantiles). Al mismo tiempo, no expresa la imperiosa necesidad de aplicar exámenes psicométricos y toxicológicos al profesorado (no se le vayan a enojar). El consumo y venta de estupefacientes en la máxima casa de estudios es algo innegable, pero el rector prefiere la grilla antes que atender una crisis de carácter social.
Ibarra y sus títeres ya analizan como interponer las impugnaciones. A puerta cerrada, coptan a la Comisión de Honor y Justicia en reuniones a puerta cerrada sin siquiera notificar al total de sus integrantes los temas a tratar. Para el grupo de Ibarra, se desconoce el triunfo de Jenny hasta que se desahoguen las quejas, pero la campaña adelantada y la publicidad fuera de tiempos, aunado a que el candidato “oficial”, Manuel Rivera, no contaba con los dos años de derechos sindicales plenos, mismos que no fueron resueltas en tiempo y forma, son cosas sin importancia.
Al rector no le importa la base estudiantil, como quedó demostrado aquella ocasión en la que el Consejo recriminaba no ser convocados en el albazo que impusiera Ibarra, para aletargar el mandato tanto del él mismo, como coordinadores de área y directores de unidades académicas hasta septiembre del 2025 , es decir, siete meses más del periodo legal estipulado en la propia Ley Orgánica.
Así pues, Ibarra se impregna de una maraña política sin salida al reconocimiento de la reivindicación sindical, para él, los secretarios del SPAUAZ deben ser al modo de complicidad, incrementando la nómina con un vil carácter electoral, menospreciando la vida orgánica de la institución y relegando menesteres de urgencia a segundos planos. Ánimo universitarios, que cada vez le queda menos tiempo como rector.