Por Andrés Vera Díaz
Y de repente, salió a relucir Soralla Bañuelos, secretaria general de la Sección 34 del SNTE para exigir el pago salarial de 486 maestros adeudados desde agosto del 2021.
Seis meses de inoperancia sindical, aunado a la misma gubernamental. Entre la Secretaria de Educación, Maribel Villalpando y la lideresa seccional, no hay mucha diferencia en el cumplimiento y vigilancia contractual. Bien lo refirió en sesión legislativa el diputado perredista Juan Mendoza, al señalar como culpables a ambas funcionarias.
Pero y más allá de medio año de procrastinación sindical, pues Soralla posee la comodidad de ser diputada propietaria en la LXIV Legislatura al igual que en la anterior, su desprendimiento del Congreso (dos meses después de rendir protesta) ha tenido como fin perpetuarse en la Sección 34. Es notable el tiempo que Bañuelos dejó pasar para pelear por el salario devengado del casi medio millar de docentes. ¿Qué acuerdo político enmascaraba la tardanza de medio año, si, medio año para de pronto, radicalizar el asunto?
¿Acaso fue planchar su reelección al frente del sindicato para condicionar un coto de poder?, ¿no bastó el aumento de recursos que se aprobó en el paquete económico 2023 como parte de las negociaciones?. El problema de fondo, es que antaño, el SNTE funcionaba como parapeto de gobiernos priistas. Hoy, Nueva Alianza, incrustado en la coalición junto a Morena, ha sobrevivido gracias a la renta temporal de sus bases.
Obviamente, las alianzas no pueden servir de pretexto para no incidir en los cumplimientos de derechos laborales, pero tampoco se puede dejar pasar medio año para exigirlos. De ahí surge la incógnita. Añadamos un elemento también llamativo. ¿Cuánto ganas la lideresa como titular de la Sección?, ¿a dónde van a parar las cuotas sindicales?, ¿porqué el sindicato no transparenta ningún recurso a pesar de ser sujeto obligado?, ¿la tardanza en resurgir mediáticamente está acompañado de una estrategia electoral dentro del gremio para legitimarse o condicionar? La siniestra opacidad tiene además una contradicción de fondo, Soralla es miembro del Comité de Transparencia del Sindicato, de risa sonora.
A razón de lo anterior, recordemos cómo en julio del 2016, un grupo de porros contratados (porque estaba muy de moda entonces, me recuerda el PRD de Ortiz Méndez), reventaron el Congreso Extraordinario de la sección 34, luego de que la parte institucional resultó desfavorecida en la contabilización de delegados. En consecuencia, 15 maestros resultaron heridos y seis de ellos trasladados a hospitales cercanos.
En ese entonces, Víctor Montoya, líder del hoy desaparecido Movimiento Democrático Magisterial de Zacatecas era un férreo opositor tanto a los cochupos internos del SNTE, como de la Reforma Educativa a la que calificaba de punitiva. En esos años, Nueva Alianza era aliado incondicional del PRI.
Este año, nuevamente se avecina el proceso electivo para la Sección 34. Con la convocatoria atrasada, Bañuelos comienza a encontrar resistencias internas. En diciembre del año pasado, el profesor Rosendo Arturo González Rubio, aspirante a dirigirla, hizo un llamado importante al líder nacional.
En conferencia de prensa el maestro pidió equidad en la renovación, además de que emitan, ya, la convocatoria para febrero o marzo del presente año. La realidad es que la actual secretaria general, Soralla Bañuelos, está «trabajando» con personas de otros estados, aseguró el profesor Rosendo. ¿Qué tienen que hacer en Zacatecas, gente de SLP, de Jalisco y de otras entidades?, cuestionó.
Por eso, no se duda que un acuerdo para fomentar una manifestación del tipo que paralizó casi por completo la zona conurbada, fuese planeada con antelación para provocar el resurgimiento de Bañuelos como “lideresa” en la antesala de la oportunidad para volver a tener el control del sindicato por más años. A la par, la suplente de la “maestra”, Martha elena Rodríguez Camarillo podrá gozar de otro año y medio como diputada en caso de concretarse el asalto a la perpetuidad de Soralla.
Por eso, hay que observar con delicadeza y memoria el devenir histórico, que encausa de repente, provocaciones del tipo mediático a la razón de un primer año “davidista” que no ha encontrado soluciones de fondo, porque al respecto, todo se enfrasca en el medio acuerdo político. De ahí, parte la exhaustiva sensación de endosarle cada mal paso al actual gobierno, es que “haz fama y échate a dormir”.
Circunstancias afines al apretujamiento de acuerdos se disfrazan de lucha social y sindical. Ojo, que cuándo la lideresa encuentre sus talones salariales, podremos advertir el porqué de tan “armadas” estrategias de legitimación forzada.
Soralla quiere o de nueva cuenta el sindicato o la Secretaría de Educación. Ese es el fondo de la «lucha».