Por Andrés Vera Díaz
Luz verde para el proceso de renovación dirigencial en el PRI Zacatecas, sin embargo, esa es la gran pregunta, ¿se renueva o se recicla?.
La formación de cuadros no es algo que haya constituido al “partidazo” desde el 2018 a la fecha, sino el reparto de pequeños cotos de poder que se bambolean al ritmo de la 4T. Así quedó demostrado en la Reforma a la Guardia Nacional, los audios exhibidos por Layda Sansores y el pacto entre Alito Moreno y Monreal.
La rebeldía “priista” que se acota a desplegados poco o nada ha podido combatir el autoritarismo vendido del presidente nacional. Los cambios planchados en sus estatutos con la complicidad del TEPJF para que Alito designe prácticamente todas las candidaturas rumbo al 2024 contrasta con la intentona de democratizar ante la consejería estatal, el cambio de los órganos de dirección.
La apuesta por hacerse del instituto político en diversos cuadros restringe a un plano de vil supervivencia política el cambio de presidencia, pues con la misma directriz nacional será difícil encontrar una frescura que construya una visión que rebase la irracional disciplina partididta.
El proceso interno inicia con el arribo de un delegado nacional que ya ha trabajado en la misma posición pero en Tamaulipas. Felipe González Alanís fue inclusive secretaría general de gobierno en el sexenio de Rodrigo Medina en Nuevo Leon, una de las administraciones más polémicas que además, perdió ante el Bronco en aquella entidad. Para 2021, el PRI no pudo reconstituirse en una alianza cimentada con el PAN y nuevamente perdió ante Movimiento Ciudadano.
Fiel escudero de Alito, el nuevo delegado debe cargar con la complejidad del entorno que existe entre los aspirantes. Un Roberto Luévano más rendido al “ricardismo” y que se coloca en esa posibilidad de retorno del fresnillense o como escudero para posicionar a los allegados del Senador. El compadrazgo político entre el presidente nacional tricolor y el que se mantiene en Morena con poca legitimidad es una realidad. Inclusive, el ex alcalde de Guadalupe que fue quien “engordó” la deuda pública municipal y tuvo un mediocre paso como presidente estatal del partido, además de perder la diputación federal contra Samuel Herrera, desplanta a las organizaciones como Antorcha Campesina, obviando la poca respuesta a las elecciones en 2018 de la demarcación para favorecer a quien ahora, es su gran socio en el proyecto de rentar al instituto, Julio César Chávez. Sí, así es Luévano.
Por el otro lado, Carlos Peña cuyo apadrinamiento eterno con Miguel Alonso, se refugian en la infra operatividad, sopesados con ciertas estructuras vigentes en el actual gobierno, que se desliza entre el desencanto de un gobierno partido en tres y la añoranza por revivir los tiempos de “gloria”. Sus posiciones en el CEN nacional los conectan directamente con Alito, pero entre pasillos la campaña se basa en reconstruir lo que se dinamitó en tiempos de Tello.
La inconformidad en las riendas de los últimos años ha posibilitado que Bonilla, Anaya y el “antorcho” vayan caminando sobre un mismo rumbo. El cierre de filas significa acotar para blindar al partido e una traición en ciernes. La elección de Luévano representaría el quiebre total del partido y aunque fuese el presidente, no tendría que prostituir en términos de candidaturas acomodaticias. En cambio, si fuese Peña, la negociación debe ir en torno a catapultar a los mejor posicionados, pero la gran duda es si los mismos de siempre o se construye en torno a una nueva expectativa. Es que si es para pelearse por migajas, mejor sería migrar antes de que lleguen las hormigas a comerse lo que queda.
Carlos Peña deja cartas de presentación positivas como delegado en Aguascalientes, con un PRI también deshecho, pudo construir desde el proceso electoral que colaboró en el triunfo de Tere Jiménez y tiene el visto bueno de Acción Nacional como personaje que vela por la coalición. En Zacatecas pasa lo mismo, los blanquiazules prefieren consenso y no más dinamitación. Cualqueir representación del ex gobernador de Campeche parece encargado de sustraer neocrecimiento, por eso, deberá el delegado entender el contexto, porque una imposición directa desquebrejará lo que queda del PRI. ¿Acaso será esa la consigna?.