Por Ricardo Arteaga
Las mal llamadas herramientas legislativas, recurso del que disponían los diputados para simular apoyos sociales y posteriormente como servicios legislativos, han sido un monumento a la corrupción en el Estado de Zacatecas, pervirtiendo al poder legislativo y a quienes lo han conformado como representantes populares, trayendo consigo atraso para el Estado y por ende para los zacatecanos.
Finalmente y ocho meses después de la nueva gobernanza, el gobernador Monreal, decidió manifestarse al respecto y hacer uso de su derecho de veto para no publicar la reforma impulsada por el diputado Xerardo Ramírez, aprobada por veintiocho de treinta diputados y rechazada en un primer momento por la mayoría de los cabildos pero al final se permitió pasar al no comunicar al Congreso dicha negativa, de esta forma y por el momento quedan sepultadas este mecanismo de corrupción que desde hace años ha distraído al legislador zacatecano de su principal función: legislar.
El revés a esta reforma, puede ser visto como un triunfo popular gracias a que desde que fue expuesto este mecanismo de corrupción en el 2016, el rechazo ciudadano y exigencia de su eliminación fueron en crecimiento hasta lograr convertirlo en una de las principales promesas de campaña, al menos de los candidatos de morena al Congreso y del mismo candidato al gobierno del Estado, es decir, los ciudadanos lograron ponerlo en el debate público y en el escenario electoral.
A pesar de haberse convertido en una de las más profundas exigencias ciudadanas y una de las principales promesas de campaña de muchos candidatos al congreso y actualmente diputados, estos mismos decidieron impulsar el regreso de las mismas, quizás bajo la idea de que resulta más fácil hacerse del dinero sin la necesidad de contratar empresas fantasma para beneficiarse de éste, sin embargo, el rechazo se convirtió nuevamente en una bandera ciudadana hasta logar que el Gobernador vetara la reforma.
El rechazo popular ha sido una de las principales herramientas ciudadanas de los mexicanos frente a los malos gobiernos y representantes populares, la movilización y organización para expresar el rechazo a la corrupción y decisiones que afectan el interés colectivo, continúan siendo la clave para presionar a nuestros representantes populares y orillarlos a frenar sus intentos por mantener y perfeccionar los mecanismos mediante los cuales logaban lujos, beneficios inmorales y cometer actos de corrupción.
A los zacatecanos nos prometieron un cambio en la vida pública y política, un cambio en la forma de gobernar y representar, ha habido claras muestras por parte de algunos representantes populares, funcionarios y políticos, de que estos cambios no serán cumplidos, ni siquiera el intento de impulsarlos, pero los ciudadanos tenemos la obligación de continuar exigiendo y presionando para que se cumpla, sobre todo a aquellos que se apropiaron del discurso del cambio sin siquiera coincidir con este.
La presión y exigencia popular a nuestra clase política ha demostrado que el rechazo popular, si logra frenar la corrupción o los intentos por mantenerla, nunca más permitamos que nuestra clase política utilice discursos de cambio sin coincidir con la idea detrás de estos, nunca más callemos ante una clase política rapaz y cuyo único interés es el de mantener los privilegios que durante años han sostenido.