Por Ricardo Arteaga Anaya
La polarización en torno a la propuesta de Reforma Eléctrica tiene un origen y una causa, como todo en política, nada resulta de la casualidad, sino que es planeada y fomentada, pero quiénes podrían tener interés en generar desinformación, en polarizar el debate público en torno a la propuesta en materia energética, evidentemente, el origen de el choque mediático lo podemos encontrar en los intereses de quienes, gracias a la reforma energética de Peña Nieto, pudieron hacer negocios millonarios gracias a los recursos naturales de nuestro país, sin que existiese algún beneficio para los mexicanos.
No podemos estar en contra de que al sector privado le vaya bien, o que las empresas privadas tengan participación en el ámbito público, un modelo económico pensado en el bienestar de todos los habitantes de una nación, debería, no solo permitir, sino fomentar una sinergia entre el sector privado y el público, donde el Estado regule el mercado y éste no sea manipulado solamente por los particulares como ha ocurrido durante años en el modelo neoliberal, modelo en el que el sector privado dicta la política pública de un país y además convierte a los jefes de Estado y legisladores, en sus empleados.
El modelo neoliberal se fue moldeando hasta lograr el sometimiento del poder político ante el económico, de ésta forma las grandes reformas en el país, fueron diseñadas y pensadas en lograr el beneficio de las grandes empresas, aquellas que durante sexenios, venían financiado a los diferentes actores políticos en sus carreras políticas: la reforma laboral con Felipe Calderón que permitió a las grandes empresas tener empleados sin que estos tuvieran derechos frente a estas (outsourcing), así como la reforma fiscal que terminó incrementando los costos de cientos de productos para los mexicanos pero que permitía la condonación de impuestos a las grandes empresas, la reforma educativa de Peña Nieto que realmente fue una reforma laboral para controlar y retirar derechos al magisterio, de igual forma la reforma energética que abrió las puertas al sector privado para hacerse de las riquezas derivadas de los energéticos en el país.
Nadie puede negar que las llamadas reformas estructurales de los ex Presidentes, no fueron diseñadas por los legisladores mexicanos, mucho menos pensadas en los intereses nacionales, hoy la energía eléctrica puede ser explotada por particulares para vendérsela a particulares y a la CFE, dejando fuera a la Comisión Federal de Electricidad de la generación de energía eléctrica, con pérdidas millonarias que los consumidores mexicanos debemos de pagar, entre muchas más.
La reforma eléctrica propuesta hace semanas en el Senado, no debe verse como una propuesta realizada por un partido político, porque esto genera el rechazo de otros partidos políticos, los que se hacen pasar por oposición, sobre la misma, se cierran al debate, al intercambio de puntos de vista, a verla desde una perspectiva de intereses colectivos, si beneficia o no a los mexicanos, sino que termina por ser vista desde los intereses partidistas, sobre qué partido se impone sobre los demás, sobre si sirven o no al ejecutivo o desde el interés de proteger los intereses de aquellos que financian campañas políticas, partidos políticos y trayectorias políticas de quienes ostentan el poder.
El debate público sobre la reforma eléctrica debe darse en torno a los beneficios y/o perjuicios que en caso de aprobarse, pudiesen traer a los mexicanos, hablando de todos los mexicanos, niños, hombres, mujeres y adultos, si beneficia o afecta a los hogares mexicanos, a los empresarios mexicanos, comerciantes, etc, en ese sentido debe darse el debate en torno a dicha reforma, quienes centran el debate en vanalidades, en que no aprobarán una propuesta realizada por la izquierda o la derecha, etc, están ocultando la nula capacidad política que se posee, están ocultando los intereses a los que sirven (quizás sin siquiera tener conocimiento de ello, gracias al adoctrinamiento partidista) y quizás están demostrando el poco patriotismo e interés que se tiene en representar a la nación, a los mexicanos y a los intereses colectivos.
La reforma eléctrica debe verse más allá de ideologías o colores partidistas, debe verse desde un punto de vista patriótico y de interés general.