Por Giselle Arellano Ávila *
La migración como fenómeno social tiene contextos diversos, en últimos tiempos es inclusive un tema de desplazamiento forzado por la inseguridad que priva en muchas entidades federativas, pero no es ni mucho menos, la razón exclusiva.
Las precarias condiciones económicas y la falta de oportunidades de desarrollo impulsan de primera cuenta que inclusive, hasta poblaciones en su mayoría, decidan buscar expectativas para su desarrollo. Es el caso de Zacatecas , que en 2020, fue el estado con mayor expulsión hacia los Estados Unidos según datos del propio Inegi.
El estudio señala que a 2020, desde Zacatecas salieron 22,482 personas para vivir en otro país, 96 de cada 100 se fueron a Estados Unidos de América. A nivel nacional se registraron 802,807, de ellos 77 de cada 100 se fueron a Estados Unidos de América. La migración internacional está asociada a las profundas asimetrías económicas entre países, particularmente agravadas por situaciones de crisis económicas en países de menor desarrollo, sin embargo, también se desencadena ante la oportunidad de crecimiento personal, familiar y hasta comunitario con mucha mayor rapidez que en sus lugares de origen.
Esa naturalidad a la mejoría que es propia del ser humano, obliga a la ciudadanía, pero en últimos años y como se demuestra, hasta menores de edad intentan encontrar mejores estadíos de vida. Dicha búsqueda nada tiene que ver con una categoría de malinchismo o desprecio hacia su propia tierra, es una cuestión tanto de supervivencia como de desarrollo.
Entre otros motivos como la insuficiente dinámica de la economía nacional para absorber el excedente de fuerza de trabajo; demanda de mano de obra mexicana en los sectores agrícola, industrial y de servicios de la Unión Americana; considerable diferencia salarial entre ambas economías; la tradición migratoria hacia el vecino país del norte; y operación de complejas redes sociales y familiares que vinculan los lugares de origen y destino, las cuales facilitan la experiencia migratoria de los mexicanos en Estados Unidos, los mexicanos no solamente tratan de subsistir, sino también de fomentar el desarrollo en sus comunidades de origen. La gran cantidad de remesas que envían desde Norteamérica hace posible que la economía mexicana no se desplome por sí misma.
Las dificultades de la economía mexicana y la inadecuación de políticas para generar un crecimiento económico relativamente estable y sostenido, no han permitido la generación de empleos formales, empujando a un creciente número de personas en los últimos años a incrementar el flujo migratorio, pero sobre todo de mujeres y este fenómeno es algo a considerar con suma importancia.
Estudios del Colegio de la Frontera Norte demuestran que en los últimos cuatro años, la migración femenina ha crecido de forma constante, pero además, singularmente, mujeres con nivel secundaria o bachillerato son las que más intenta llegar al país del norte. En el periodo 2016-2019, mientras que las mujeres con estudios a nivel de bachillerato eran 34.8% y universidad o más 5.3%, en el caso de los varones eran solo de 25.0% y 2.5%, respectivamente. Un estudio reciente apunta a que la educación es un factor relevante para entender la manera en que las mujeres afrontan el tránsito: quienes tienen mayor nivel de estudios, planificaron más el viaje e intentaron reducir los riesgos.
Una de las estrategias más socorridas por las mujeres para alcanzar su destino migratorio en Estados Unidos en condiciones de mayor seguridad es el uso de conectes directos con algún familiar o conocida. En este sentido, más allá de coincidir en los factores que impulsan la migración desde México, es importante señalar que el tráfico de personas debe tener una atención holística porque innegablemente, es un vaivén social que no se detendrá, sobre todo por las condiciones de precariedad económica y de violencia en nuestro país.
La política migratoria mexicana de contención ha resultado en un impasse mucho más complicado para que las mujeres puedan movilizarse , de ahí que resulta pertinente insistir en la necesidad de que el viaje contenga prevenciones personales, pero también gubernamentales. La atención consular y protección de la autoridad nacional debe enmarcarse en el derecho humano a la movilidad como forma de acceso a una mejor vida.
El respeto y la protección a los derechos fundamentales de los migrantes, debe formar parte esencial de los principios rectores de la política exterior del Gobierno de México. La promoción en los foros y convenciones internacionales de estos derechos como valores de carácter universal, tiene que convertirse en una prioridad de todas las instituciones que conforman al Estado.
* Estudiante del IPADE Business School, carrera de MEDEX maestro en dirección empresarial