Por Giselle Arellano Ávila *
Si bien la distribución de la riqueza va en función de la política de gobierno, la relación empresarial con la clase política debe ir en sintonía con mecanismos que produzcan precisamente economía, es decir, condiciones equitativas para la generación de nichos de oportunidad.
Esta correlación desde los marcos normativos hasta los adecuados manejos financieros en el gobierno para la inversión productiva a largo plazo, sólo en esa dimensión, se pueden plantear proyectos que redistribuyan la economía en un sentido social amplio.
Así, vemos casos como Japón, Alemania y otras naciones europeas, que proyectan su funcionamiento hasta por décadas. Por supuesto que debemos considerar factores sorpresivos como la pandemia de Covid, sin embargo, el planteamiento de estrategias que enmarquen rutas paralelas, mitiga los efectos a largo plazo de este tipo de problemas.
De hecho, han sido las economías más fuertes, como la China, las que han podido salir a flote por su capacidad de adaptación, pero sin duda, por su fortaleza en la capacidad productiva, de dinamismo y garante de suministrar. Aunque otras como la estadounidense que tuvo una contracción e inflación significativas, no se han paralizado al grado de considerarse en crisis.
Por eso, el éxito de la actividad empresarial, particularmente de las pequeñas y medianas empresas, pilares en la economía mexicana, se vería favorecido si las políticas públicas en México se elaboran de manera que impulsen la movilidad social ascendente en todos los estratos socioeconómicos, como señala el Centro de Estudios Espinosa Yglesias.
El establecimiento de empresas sólidas y con probabilidades de crecimiento impulsa la generación de empleos y la reducción de la informalidad, contribuyendo al desarrollo económico y la prosperidad del país. Sin embargo, existen diferentes barreras que dificultan este proceso, agrega el artículo.
En este sentido, Giselle Arellano Ávila piensa que debemos pugnar porque se desarrollen a pares, las regiones del país, y aunque los megaproyectos en algunos sitios pueden potencializar de alguna forma, también se deja de otorgar la posibilidad de equilibrio a otros puntos que no están en la agenda gubernamental.
Otras naciones plantean precisamente ese equilibrio, fomentando las capacidades de sus regiones para que no se alejen del dinamismo de las grandes ciudades, por eso, los estratos sociales tienden a ser mucho más igualitarios, de tal forma, que una región no depende de otra para su sostenimiento. Algo que vemos en México, donde entidades casi no aportan nada al PIB, mientras que otras generan mucha mayor aportación.
Por eso, concluyo y coincido con el Centro citado, que fomentar la actividad empresarial en todos los sectores de la población implica el desarrollo y la implementación de programas que permitan compensar el desequilibrio entre aquellos que gozan de ventajas por su condición de origen o por su educación y aquellos que se inician en el ámbito empresarial sin las herramientas necesarias.
* Estudiante del IPADE Business School, carrera de MEDEX maestro en dirección empresarial