Por Ricardo Arteaga Anaya
Desde que Andrés Manuel López Obrador buscó por primera vez llegar a la Presidencia de la República fue tachado por priistas y panistas como una persona de propuestas e ideas viejas e inservibles para un país que, según ellos, avanzaba hacia el progreso en un mundo globalizado, para su segunda búsqueda de la Presidencia, fue tachado como un peligro para México, acusándolo de tener propuestas que llevarían al país a una crisis similar a la que se vive en Venezuela.
La tercera fue la vencida para el hoy Presidente, sin embargo, la guerra sucia y la guerra mediática han persistido y se han caracterizado por buscar generar desinformación y temor entre los mexicanos para que rechacen los programas sociales y las reformas estructurales que busca impulsar para consolidar el proyecto de nación, sin siquiera lograrlo.
Han gastado una gran cantidad de recursos para tratar de generar en la conciencia colectiva temor y rechazo al proyecto de nación del Presidente y de la cuarta transformación, han olvidado que fueron más de cuarenta años que los mexicanos padecimos de un modelo de gobierno, económico y político que no trajeron grandes cambios y que por el contrario fueron cuarenta años en los que ellos lograron consolidar un proyecto de negocio mediante la venta de los recursos y riquezas del país a costa de los mexicanos, vendieron y privatizaron las empresas paraestatales.
Durante años, desde el sexenio Carlos de Salinas continuado en el de Vicente Fox y concluido en el de Peña Nieto, la hoy oposición representada por el PRI y el PAN, desmanteló las últimas empresas paraestatales, la CFE y PEMEX, gradualmente las convirtieron en instituciones que costaban más de lo que producían, el objetivo fue entregar el sector energético a grandes empresas nacionales y extranjeras, sin que esto significara progreso y beneficio para el pueblo mexicano, por el contrario, el precio de los combustibles se elevó al triple.
La propuesta de reforma eléctrica que propuso hace días el Presidente ha sido tildada de un retroceso, la oposición acusa que el presidente busca dar un paso hacia el pasado al retirar a las empresas extranjeras la mayoría de participación en la producción de energía eléctrica, quieren que siga siendo el negocio de extranjeros y que los mexicanos paguemos más por la luz para que grandes empresas continúen pagando menos.
El Banco de Bienestar afecta directamente los intereses y las grandes ganancias que bancos extranjeros obtienen a costa de los mexicanos, por lo que ha sido tachado como un retroceso, como una idea arcaica e inservible; los programas de bienestar impulsados por el Presidente de igual forma, señalan que es inconcebible mantener a jóvenes recibiendo dinero sin hacer nada, desconociendo que hay cientos de miles de jóvenes en el país formándose en las empresas, obteniendo experiencia y adentrándose al mundo laboral cuando generaciones anteriores la única oportunidad que tuvieron fue la de ser reclutados por el crimen organizado para morir en manos de los mismos meses después.
La oposición vive en el pasado, en el pasado que ellos construyeron para beneficio propio, para enriquecer a una “élite” política y a una élite empresarial, hoy tenemos legisladores zacatecanos proponiendo desde la máxima tribuna del país, vergonzosamente, vuelvan los programas sociales como el 3×1 o el fondo minero, programas utilizados por una clase política local para enriquecerse mientras los municipios que recibían dichos programas, se endeudaban más y la población misma no se beneficiaba en nada.
La oposición del Presidente y de la 4T ha carecido de propuesta, se les ha ido el tiempo y recursos en medios de comunicación, columnistas, comunicadores pero no han construido una fuerza en el mexicano promedio, la poca propuesta realizada ha sido en el sentido de regresar a lo que ellos construyeron: un sistema político y económico que solamente los beneficiaba a ellos, no han sido capaces de construir un proyecto en torno a una propuesta diferente a la del Presidente, es más, me atrevería a asegurar que no cuentan con un proyecto de nación más allá que dar la contra al Ejecutivo y echar abajo los cambios, que bien o mal, ha impulsado, están atrapados en el pasado, sin poder ver el presente y construir un futuro.