Por Andrés Vera Díaz
Maquiavelo establecía que la conducta práctica del político se ha de desarrollar al margen de consideraciones teóricas fuera de la realidad; y la obsesiva persecución del poder y del prestigio cueste lo que cueste, con independencia de consideraciones éticas que se posponen a ese fin, ya que el fin importa más que los medios.
Ricardo Monreal en alguna entrevista comentaba que uno de sus referentes más prolíficos era precisamente el autor en mención, y sin duda, la práctica teórica sigue vigente más que nunca en la izquierda mexicana que encarna más individualismo que el bien común.
En Zacatecas hemos visto la procrastinación de David Monreal en la resolución del problema para el pago de la nómina magisterial y de las pensiones como la típica conducta del “político” sin legitimidad que pretende afianzarse mediáticamente en el falso heroísmo.
A la luz apareció y entre buenas fuentes, que la Federación habría otorgado 200 millones de pesos para paliar en alguna medida la crisis salarial, sin embargo, la tesis de sobresalir como un solucionador de problemas ante un caos político emanado de los “propios” cuadros del monrealismo, fue pertinente para establecer cortinas de humo ante lo evidente.
David no solamente es un pésima estratega, sino un caótico administrador de tiempos ¿a quién demonios se le ocurre provocar tal riesgo para legitimarse?. Solamente al insensible y poco ético “izquierdista” que trata anteponer una finalidad discursiva en contra de la solución inmediata de problemas.
La doctrina del terror social se establece acorde a prioridades de publicidad (que en el caso ha resultado más negativa) en lugar de ponderar y asumir un control de daños sociales. El daño está hecho, solamente alineados y quienes buscan un interés de supervivencia celebran la retardada gestión de recursos con nulo efecto, solo basta leer las reacciones de la sociedad y afectados en las redes sociales, (inclusive en los medios neoficialistas) para dilucidar que la filia política no es directamente proporcional al rechazo a otros gobiernos.
La fórmula que pretendió establecer Monreal junto a un equipo dominado por la cultura de la simulación no fue ni algorítmica, simplemente las fechas, las cifras y los discursos no cuadraban en la lógica abierta. Poco a poco se fueron exhibiendo las contradicciones en formas y fondos. No han entendido absolutamente nada. El cambio fue de abanderamiento, el “establishment” sigue vigente y más aún, cuándo se observa con desesperanza, que la nueva gobernanza son puras cuotas y cuates.
¿Por qué debemos aplaudirle a quién con retraso realizó su trabajo bajo engaños, endosando a un pasado transfugado la responsabilidad per se de las cosas?. No entienden que no entienden, y si en mínimo grado hay cierta cabida a la comprensión, se entierra en los más profundo de la ambición vulgar.
El “gobernador” no alcanza a captar que carece de poca perspectiva, intelectualmente presenta limitaciones en el mundo que alcanzó gracias al servilismo circundante, sin embargo, esa frontera tampoco es un motivo para improvisar sobre la improvisación. No se ha hecho llegar de cuadros realmente eficientes ni con prospección porque lo opacarían aún más. Pero además de un problema de percepción individual, nuevamente traiciona sus compromisos de campaña y desecha los llamados de unidad que insistentemente enunció en su campaña.
Afortunadamente, una gran parte de la población ha entendido, que para que el cambio llegue, se le debe exigir con total firmeza se cumplan compromisos y responsabilidades inherentes al cargo. Aquí ya no es un asunto de colores ni fobias, el cambio se asume haciendo cosas diferentes, sino, se obtendrán los mismos resultados. Al tiempo.