Por Andrés Vera Díaz
La ratificación de Fernando Arteaga como presidente estatal de Morena, aunque tarde, pues el monrealismo se despachó con la cuchara grande en las candidaturas para el proceso electoral pasado, llega en buen momento ante la oficialidad de “la nueva gobernanza”.
Bertha Luján, presidenta del Consejo Nacional entrevistada por quien redacta lanzó declaraciones en sintonía y en contra de la pretensión de “los enemigos de Morena” quienes intentaron darle por enésima vez, un golpe de estado contra uno de los representantes del historicismo partidista en la entidad.
Aunque obviamente, en la ratificación de Arteaga se ausentaron algunos miembros del Comité y por razones más que políticas, de claridad financiera, el marco encierra la necesidad de equilibrar la correlación interna y darle impulso a la definición entre lopezobradorismo – morenismo contra el monrealismo.
Esa idea es reforzada con palabras de la propia secretaria general de Morena, la senadora Citlalli Hernández, quien pugna por la reivindicación del partido en sus términos originales, en la mira de contrarrestar arribismos indeseables o franquicias que sirven a intereses de grupo con pretensiones de transfuguismo.
En esa tesitura, quedan evidenciados tres grupos en el plano nacional y que van aterrizando su conformación en los estados. Zacatecas por supuesto que entra en esa dinámica y queda de manifiesto en el tercer informe del Senador José Narro, quien como vicepresidente de la cámara alta logra como no se había observado en ocasiones anteriores, una convocatoria entre personajes antagónicos por su propia naturaleza.
Los equipos que ya tienen ruta con Claudia Sheinbaum, Ebrard y Monreal tuvieron presencia en los pasillos del teatro Fernando Calderón con la particularidad de que al coordinador de Senadores de Morena se le notó nervioso, extraviado, correspondiendo en un discurso que enaltecía más su “labor” que la del grupo parlamentario. Curioso que presumiera la aprobación de revocación de mandato que él mismo se encargó de dinamitar durante meses, pero no especificó que a los cuatro días del arribo de Olga Sánchez, finalmente se planchara el tema.
Así es Ricardo, el rey de la simulación quien con un discurso improvisado trató de emitir la percepción de que está comprometido con la 4T, deja más dudas que certezas. Entre filas de asientos, simplemente nadie creyó una dialéctica que contrasta radicalmente con sus propios hechos y el rompimiento manifiesto con Amlo.
Ricardo afirma que quiere conseguir “a la buena” la candidatura por Morena olvidando que las encuestas para designar las estatales el año pasado fueron una vil simulación, pero al mismo tiempo, ya comienza a emplazar a sus fieles soberbios como Laviada para que emigren a Movimiento Ciudadano, pero de igual forma, a los alcaldes impuestos por la voracidad monrealista. Algunos comienzan a dudar del paso. Por lo menos tres alcaldes electos y cercanos a Ricardo ya expresan ante sus colaboradores que la ruta para partir de, y, a Morena vendría a finales del 2023. La ruta sería signarse como naranjas entregando a MC y Dante Delgado un estado como forma de pago para la obtención de la candidatura presidencial. Todo indica que los tiempos se marcan con antelación. Los naranjas probablemente dejarán de gobernar Jalisco y el poderío de Enrique Alfaro se verá minimizado, pero en todo caso, sus cuadros deberán definir si le hacen un vacío ante la esquizofrénica decisión de Dante por decantarse por el arribismo monrealista y traicionar a Alfaro, quien como bastión naranja logró la supervivencia del partido en el plano nacional.
Sí, confirmado está, los alfiles de Ricardo darán el brinco a Movimiento Ciudadano a la espera de que otros se vayan sumando de “manera natural” y otros como siempre, condicionados. Esta lectura ya la tienen identificada en Morena nacional, por eso, la ratificación de Arteaga y los cambios en el Senado y la Segob trasladan a un plano terrenal, la identificación de quien en los hechos se asuma lopezoradorista y los simuladores de siempre.
Bertha Luján me lo comentó en entrevista, David tiene la oportunidad histórica de gobernar bajo la “cuatroté”, pero añade, de él dependerá que ruta sigue en 2024. También Citlalli se pronunció en términos de que para ese año, seguramente se observarán traiciones en muchos lados y el cierre de filas será determinante para contrarrestar el desgajamiento de estructuras.
Los tumbos que da Ricardo, en los que un día es lopezobradorista, otro reclama que la “alas más radicales de izquierda están con Sheinbaum” y luego no logra limar asperezas con Amlo son simplones mensajes a la oposición de la cuatroté para que contemplen “su fuerza” como un aliado contra la sucesión que lleva dos vías más que claras. Sheinbaum o Ebrard.
Y es que Ricardo se sabe perdido en Morena, una carpeta ya muy amplia de contrainfamias le arman desde las cúpulas íntimas de López Obrador; desde traicionar al partido en la Ciudad de México, el procrastinar legislativa y políticamente tanto la revocación de mandato como la Consulta Ciudadana y hasta pactos con el grupo Chiapas que en conjunción con la CNTE tratan de minar la figura presidencial, el fresnillense ya se encuentra desesperado por ir marcando la ruta en algún lugar que le de respiro.
También entre pasillos de Morena y del propio Palacio Nacional coinciden que las protestas que algunos maestros de la Coordinadora le armaron a Amlo en contra, fueron nada menos y nada más organizados por algunos cuadros que Velasco y Monreal (compadres ellos) gestaron desde el llamado grupo Chiapas, y a eso se refería el propio presidente cuándo manifestaba que no sería rehén de algunos grupos con intereses particulares.
Velasco cree que le debe su sobrevivencia a Monreal, quien fue uno de los conectores entre el Verde y Morena para que el ex gobernador chiapaneco se decantara como aliado de la 4T. En respuesta, desvíos millonarios a empresas fantasma en el gobierno del “güero” fueron eximidas gracias al intervencionismo de Ricardo, quien da muestras de rendirle tributos a acusados de actos de corrupción. Que bueno que el senador no es un ambicioso vulgar como en cada entrevista que otorga debe “aclarar”.
Por su parte, Saúl Monreal (quién partió plaza) en el informe de Narro, aunque no niega su relación política – familiar con Ricardo, si está en la sintonía de permanecer como una figura fiel al morenismo con relación franca y directa con los diversos grupos. El rompimiento con David es evidente aunque el “cachorro” deba emitir mensajes de cordialidad con el gobernador entrante.
El monrealismo se encuentra en una encrucijada, la más importante en su devenir. Aquella de 1998 ya no tiene punto de comparación. Por lo pronto, las líneas de rompimiento con las bases superiores tanto del partido como del gobierno federal están muy marcadas.