Por Andrés Vera Díaz
La consulta popular para enjuiciar a expresidentes debe contar con la participación de 37 millones de “votos” para ser vinculante según la Ley Federal en la materia, pero aunque se le ha promovido especialmente bajo la pretensión de condena a los últimos 5 mandatarios nacionales, el objetivo en realidad tiene dos aristas esenciales para el segundo trienio del gobierno lopezobradorista.
Legitimar las acciones del actual gobierno remembrando el desastre heredado, puede devenir en reforzar el apoyo tácito hacia AMLO en la búsqueda de la continuidad y cuyo legado principal sería no retornar a la impunidad, corrupción y violencia potencializadas durante décadas; por otro lado, encontrar mecanismos para el esclarecimiento de casos de corrupción y de graves violaciones a derechos humanos cometidos en administraciones pasadas.
El cumplimiento de promesas de campaña de López Obrador tenderá más a un sentido de pertinencia y pertenencia ante los tres primeros años en los que no se ha encontrado un rumbo definido como nación, sobre todo por la salpicadura de evidentes corruptelas que han manchado la trayectoria, sin embargo, hay quienes en contraste han preferido inmovilizarse ante uno de los principales encargos presidenciales y tal omisión va en sintonía confabulada con pactos para asentar aspiraciones superiores.
El 1 de agosto se viene un parteaguas que puede o no, cimentar el apoyo social hacia el lopezobradorismo más que al morenismo en sí. Las encuestas que se presumen en torno a la figura presidencial rondan entre el 60 y 63 por ciento. Con 30.11 millones de votos obtenidos en 2018, el reto resulta ser mayúsculo para lograr la vinculación y registrar una participación de al menos el 40% de los ciudadanos inscritos en la lista nominal de electores integrada por 94 millones de electores.
En este sentido, parece lejano pero no imposible el objetivo y en gran medida dependerá de la promoción efectiva entre los principales promotores. Con poco tiempo para hacerla y sin ser un ejercicio de sufragio efectivo, la entrega de resultados no al partido, pero sí a Palacio Nacional tendrá como fondo, un mensaje realista de apoyo implícito al presidente.
Así, en Zacatecas, son los llamados “históricos” y aliados quienes se han abocado a ser los encargados de promover y enfatizar la necesidad de que la ciudadanía participe. Mirna Maldonado, diputada federal y asignada por mandato individual sabe de la necesidad de rendir cuentas con valor agregado, pues no solamente los resultados podrían conducir una definición política a futuro, sino reafirmar lealtad al ícono de un movimiento que en el plano nacional y local, tiende a separarse cada vez más entre la cargada a AMLO y el “morenismo” de Mario Delgado.
Así, aunque el objetivo debería integrar a Morena como ente, la realidad es que la Consulta ha dejado en claro quienes son leales a las prioridades o proyectos presidenciales y los que solamente se cuelgan de su figura con pura conveniencia politiquera y electorera. Aunque Morena ha pedido ya formalmente (y porque no le queda de otra a su dirigencia nacional que simular proactividad en el tema) a sus gobernadores, alcaldes y diputados promover la consulta, poca respuesta han dado a esa convocatoria dejando claro, que el acompañamiento al Jefe del Ejecutivo no es extensiva ni eterna, sobre todo para quienes solamente se han montado en la cresta de la ola sin saber remar.
Zacatecas es un claro ejemplo de la polarización entre los leales y los coyunturales. El hecho en sí de que la promoción se le endosara a los “históricos” y porque el monrealismo de cepa no comulga con su oposición interna, así como los cochupos claros, evidentes e innegables con la “mafia del poder” en varias latitudes y longitudes, este grupo político «encumbrado» no ha movido ni un dedo en extender la convocatoria a la consulta a pesar de que dientes para afuera no pierden oportunidad en asumirse –vampirescamente- como atrayentes de la 4T, íconos per se de la transmutación social y practicantes dogmáticos de los axiomas morenistas.
Evidentemente, Ricardo y David no quieren alimentar el encargo personal a Mirna Maldonado y compañía, tampoco confrontarse con las bases corruptas del PRI, del PAN y del PRD (porque en las honestas jamás podrán asentar acuerdos) en la búsqueda del proyecto presidencial del aún coordinador de Senadores de Morena; y por supuesto, no emitir un mensaje de que en la entidad debería aplicarse un modelo similar con respecto a los gobernadores anteriores, porque en el espectro, Ricardo se encuentra en la línea del tiempo, así como una gran cantidad de funcionarios que han saltado sexenalmente y hasta formarán parte del equipo íntimo del próximo gobernador.
Bueno, sin duda a diferencia de otros ejercicios de consulta con evidentes tintes de improvisación, la del próximo mes es un mecanismo previsto constitucionalmente y el verdadero ejercicio deliberativo no será sobre si gana el “sí” o el “no”, sino sobre la narrativa de sus implicaciones. En el plano social será la búsqueda de la justicia transicional; en el plano político, la legitimidad presidencial, y por último, la verdadera lealtad al lopezobradorismo que emergerá precisamente en sus propias palabras a futuro. Ya los hemos visto en los “destapes” y los “no tapados”.