Por Andrés Vera Díaz
“Me gustan las mujeres que sepan barrer, trapear y cocinar” dijo Julión Álvarez en 2016 en una entrevista a Notimex, y aunque tras las desafortunadas palabras trató de defenderse bajo la cobija de la educación a la “antigüita”, en tiempos dónde la liberación femenina y la equidad de género pretenden luchar contra la invisibilización de la mujer, sus palabras no dejan de ser un síntoma de subculturas asumidas a priori.
No solamente el “invitado” deja que desear por su esencia, ante la agenda pública en la que comunidades LGBT+ celebran y exigen igualdad de derechos y reconocimiento como sector social, se empaña su eco nacional ante el mutis evidente del gobernador electo, que prefiere extender la profusa idea de amor en torno al agradecimiento en un concierto masivo para enarbolar un triunfo que sin efervescencia natural, debió incrustarse en el ánimo mediático con calzador.
El contexto además, en pandemia y aunque con semáforo verde, el mensaje de cuidado social debió ser prioritario, pues choca con las posturas de los “mercenarios de la información” que criticaban los eventos masivos de los partidos ahora oposición durante las campañas electorales. De repente, un silencio sepulcral porque hay que publicitar el populacherismo ante todo.
Sin atender siquiera los detalles de una interpretación cultural, David se rodeó nuevamente de un cantante promotor de machismos como si la experiencia de la campaña no hubiera sido suficiente y cuyo resultado, fue perder el principal bastión priista en el estado, precisamente por no cuidar los aspectos finos porque se prefiere entablar una relación circense con la ciudadanía en lugar de la atención a los problemas esenciales del estado.
En este sentido, David no ha conectado comunicación con el Movimiento de Bases que exhibe de alguna manera, las triquiñuelas en el Issstezac. Tampoco se pronunció de forma clara o contundente ante la ola de violencia en el estado y sobre todo en Fresnillo, tierra que ya gobernó y ahora, aunque sea por una cordialidad meramente lógica, pronunciarse respecto al principal problema que enfrente el municipio que su hermano menor gobernará por segunda ocasión consecutiva debió tener resonancia.
Un tenue comunicado de prensa y la trillada frase de que la violencia es producto del sistema neoliberal (aunque dudo que la mayoría de su círculo cercano entienda la concepción y porque con la familia, son dueños de negocios que no le dan tributo a la justicia social), han sido las señales que manda el gobernador electo ante una crisis de violencia que siempre se eleva ante el vació de poder que se plasma en las transiciones gubernamentales. Algunas de estas coyunturas promovidas desde grupos políticos y otros, porque la delincuencia organizada también entra a la demarcación de la geopolítica.
La promesa de campaña para colocar presencia de fuerza federal en los 58 municipios está alejada de toda proporción, pues no existe ninguna entidad en el país que registre tal acción. Y aunque así fuese, que garantiza la presencia militarizada si no hay un combate preciso a las cauas que originan la violencia. La política asistencialista de apoyos sociales, sobre todo la de “Jóvenes Construyendo el Futuro” que en voz del propio AMLO, serviría para desalentar el reclutamiento de la delincuencia entre este sector poblacional no ha funcionado..
Tan sólo en el gobierno priista de Alejandro Tello los homicidios dolosos crecieron un 83% en 2021 y aunque en cierta parte de razón, cuándo David habla de herencias malditas, el nivel de impunidad en la entidad es de las más altas a nivel nacional, dónde solamente 8% de los delitos son aclarados y castigados, la mayoría de los muertos son producto de delitos del fuero federal.
En este sentido y sin exculpar la responsabilidad directa también de la actual administración que no ha sabido ni ha querido producir y aplicar programas efectivos para minimizar el consumo de estupefacientes, así como erradicar las malas prácticas de corporaciones, Tello pidió el reforzamiento de fuerzas federales. Desde febrero pasado y después de ser la entidad que más carpetas abrió por extorsión y una de las punteras en secuestro y con una tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes creciendo, el gobernador solicitó el apoyo al presidente Andrés Manuel López Obrador y advirtió que las fuerzas de seguridad en la entidad estaban rebasadas.
El problema como ya lo comenté antes, no se trata únicamente de presencia de fuerzas castrenses, sino la integralidad del sistema de justicia, inversión en centros penitenciarios y programas eficaces de reinserción social aparejados de creación de empleos y oportunidades de desarrollo, pero mientras nos debatimos entre el “aspiracionismo y el reconocimiento al crimen porque se portó bien durante las elecciones”, las políticas nacionales tampoco han podido reducir los altos porcentajes de violencia.
Cuándo se creó la GN, el propio Ricardo Monreal daba un pronóstico para que la violencia se minimizara en tan sólo un año y aplaudía que la Fuerza tuviera un mando civil, (contrario a la reforma que ahora pretende AMLO para integrarla al Ejército y a la Marina), pero con toda y la justificación de que la Policía Federal estaba podrida de corrupción y asociación delictuosa, la GN no ha podido darle un rostro nuevo a la seguridad nacional ni estatal. En realidad ni siquiera es culpa total de los guardias blancos, pues resulta ominoso además, otorgarle la responsabilidad implícita.
Por otro lado, Soledad Luévano quien en por lo menos tres ocasiones se ha pronunciado por “gestionar” mayores elementos federales para que intensifiquen su presencia en la entidad, tampoco explica porqué a pesar de “sus solicitudes”, el asunto sigue peor que hace algunos años. En un tono peligroso, culpó a la mediocridad de Tello para atender el asunto, abriendo una expectativa obvia en que con el arribo de David las cosas cambiarán por antonomasia. Ese discurso vulgar en el que se enarbola la personalidad más que la acción total de los órdenes de gobierno no es más que la manipulación social de la que jamás se podrán sacudir los “salvadores del país y el estado”
Y bueno, independientemente de quién gobierne, no se desea que la crisis de inseguridad afecte más a la debilitada estructura de gobierno y a la sociedad en su conjunto, porque lo que siguen sin entender (y jamás lo harán) es que no es un tema de “mesías” ni de partidos o de cuotas de poder. Ya lo dijo David, es un tema que debe competer a todos, pero mientras existan las “Luévanos”, la impunidad y la creación de expectativas politiqueras, dudo mucho que se encuentre una solución real.
También lo dijo David, «Ya se me cuecen las habas»… en referencia a ser gobernador constitucional. ¿Y para qué esperar?.