Por Ricardo Arteaga Anaya
En México existen dos formas de llegar a un cargo de representación popular, la de mayoría relativa, que es aquella vía en la que los ciudadanos elijan directamente a sus representantes mediante el sufragio, y la de representación proporcional, mejor conocida como la vía plurinominal, que es aquella que según el porcentaje de votación y los espacios adquiridos por la vía de mayoría relativa, se distribuyen espacios de representación para los partidos políticos que no obtuvieron el triunfo pero adquirieron votación suficiente `para lograr espacios en los cabildos y en los congresos estatales y federal.
La vía plurinominal surge como una vía para dar representación a los ciudadanos cuyos proyectos no triunfaron pero que por el buen porcentaje de votación, deben tener voz y voto para brindar equilibrio al ejercicio del poder y evitar cualquier forma de autoritarismo por quienes obtienen el triunfo.
En México, el sistema de partidos se encuentra putrefacto, al interior de los partidos la democracia es inexistente, los procesos para la selección de candidatos son poco transparentes y en la mayoría de los casos la designación de las candidaturas depende de qué tan cercano y sumiso seas a grupos políticos, de ésta forma los representantes populares no representan los intereses del pueblo, sino que representan los intereses de los grupos y élites al interior de los partidos.
Las plurinominales, tienen años siendo utilizadas de la misma forma y con los mismos fines, asegurar espacios para familiares, amigos y afines a los intereses de grupo, así mismo para auto asegurar la permanencia en el poder durante años, de ésta forma se han ido perpetrando en el poder personajes que nada abonan a la defensa y protección de los intereses colectivos, sino que utilizan los espacios para negociar con otros actores políticos, fuerzas y representantes populares, asegurar sus intereses y escalar en la pirámide de poder.
La propuesta lanzada por el Presidente de la República de eliminar la enorme cantidad de diputados y senadores plurinominales puede ser equívoca e incluso con otra finalidad, pues conoce perfectamente que dicha figura fue la que le dio representación a su proyecto en muchas ocasiones, cuestión que sería atentar contra la vida democrática en el país, pues con dicha propuesta se eliminaría toda posibilidad de sostener un equilibrio del poder en la toma de decisiones, a la ciudadanía que no coincide con algún proyecto político, se le estaría arrebatando la posibilidad de contar con representación en la máxima tribuna, el autoritarismo podría darse por parte de cualquier fuerza política.
La reforma electoral debe ir más a fondo, la verdadera urgencia radica en reformar nuestro sistema de partidos, reducir el ofensivo financiamiento a los partidos políticos, prohibir las alianzas contradictorias ideológicamente, impulsar cambios para evitar la perpetración en el poder por el poder y quizá lo más urgente e importante debe ser forzar la democratización de los partidos políticos para evitar la imposición de candidatos al interior de los mismos, la repartición de pluris a discreción y el reparto de candidaturas entre amigos, familiares y allegados.
Si el Presidente López Obrador desea impulsar una verdadera reforma político electoral, debe pensar en atacar el principal problema de nuestro sistema de partidos: el cacicazgo que se ha apoderado de los partidos políticos.