Por Andrés Vera Díaz
Las últimas publicaciones de la seudosenadora Soledad Luévano respecto al rechazo totalitario a la adhesión de corruptos a Morena tiene la singularidad de la vehemencia y demencia.
El encolerizado mensaje fue replicado por medio de la furtiva interpretación de su fiel escudero Ernesto González. La pluma evidencia todo actuar. Lo curioso, es que responde sistemáticamente a las encuestas en las que el manager de la legisladora aparece enterrado en lo más profundo de la intención de voto rumbo a las elecciones para la capital.
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Inclusive, con menor aprobación que Ruth Calderón, (a quien asesoró en la guerra sucia contra sus detractores), el ahora “opinólogo” no tuvo más remedio que tratar de contrarrestar la traición que se visualizó luego de que nadie más reprochara la medición al interior del equipo de David, y por demás está decir, la desechada idea de que algún distrito local como premio de consolación también se le concediera. La intentona para que hasta en el convenio de coalición la capital se sigle al Verde también molestó mucho al equipo de quien comenzó su trayectoria legislativa por MC en la vía plurinominal (y jamás se quejó de las herramientas legislativas), pues la afrenta de Soledad con Jorge Miranda por el impuesto a infraestructura y otros temas, fue nada más que impulsada desde la maquiavélica mente de Ricardo Monreal. Sí, tanto González como Luévano sintieron una traición a todas luces evidente luego del rol que han asumido como promotores de pleitos para desgastar a la oposición monrealista. Que cosas.
En uno de los “posts” en el FB de la seudonsenadora (quién por cierto jamás, jamás ha convocado a una sesión de la Comisión de Administración en el Senado -como de viva voz me lo han asegurado tres senadoras, dos de ellas parte de dicha órgano-), colocó una fotografía de el prófugo Pedro de León Mojarro junto al senador José Narro, sin embargo, ha omitido aquella en la que el buscado por ser parte de la Estafa Maestra aparece con el propio David Monreal y el equipo cercano del impuesto cuasicandidato. ¿Mañas?.
La advertencia que lanza Soledad respecto a las nuevas adhesiones davidianas como Julio César Nava (contralor de Guadalupe impuesto violentando la propia Ley Orgánica del Municipio), así como de uno que otro regidor sin peso ni capital político dejó huella honda en la pequeña esfera de la peona monrealista. A los defensores del alonsismo les dan la bienvenida y pactan posiciones, en cambio a los “fieles” injuriosos los dejan de lado. Bueno, tanto año en el monrealismo para no darse cuenta que así operan en cada elección, no importa si son del equipo o no.
Sin embargo, el alegato de Soledad contraviene su propio actuar, sin transparencia, informes legislativos, contratación de sobrinas, convenios gordos para su “asesor” y la nula condena a la incorporación de cuadros como Navidad Rayas, Lolo Hernández, Cuauhtémoc Calderón y el propio Pedro desde hace ya dos años, la senadora lanza un grito desesperado de atención para que se tomen en cuenta su principal activo, “likes inflados” en Facebook.
Sin la aparición personal en medios de comunicación desde su llegada al Senado y con la apuesta de propaganda falsa sobre su proceder en la Cámara Alta (pues la afirmación de su productividad legislativa contrasta con simplemente adherirse a iniciativas de otros senadores), Soledad y equipo han recibido un duro golpe de realidad, ni en casa los quieren.
Nunca promovió investigación contra el Crédito Ganadero, jamás ha exigido la detención de Pedro de León por la Estafa Maestra, tampoco ha hecho patente los acuerdos financieros en el Senado por aquello de que los contratos más gordos en medios de comunicación son para aquellos que le dan espacio a su “patrón” máximo. En cambio, sin pruebas trata de fundamentar con altisonancia ridícula que Ulises Mejía paga a medios para que la golpeen.
Pobre Soledad, el rol de golpeteo mediático que le fue designado tuvo como recompensa ser abandonada por sus mismos cuadros en la búsqueda de posiciones. (Se apersonó a levantarle la mano a David como cuasicandidato). Ni modo, a buscar otros contratos por 800 mil pesos para los asistentes. Te quedan tres años más para eso.
