CdMx.- De acuerdo con el Centro de Investigaciones PEW, con sede en Washington D.C., el 93 por ciento de los mexicanos considera que la democracia de nuestro país es una estafa, colocando a México por debajo de países como Venezuela, Nigeria y Kenia.
Esto demuestra que ese alto porcentaje de mexicanos desconfía del actual Gobierno y no cree en la democracia.
El desprecio hacia la democracia se relaciona directamente con el estado de la economía y la calidad de la política interna.
La democracia es el sistema político más justo creado hasta hoy, pero su principal problema radica en las personas encargadas de operarlo. Siendo así, países con un sistema político similar generan diferentes resultados en cuanto al desarrollo de las naciones y, por lo tanto, en el nivel de satisfacción que genera su democracia.
Países con elecciones democráticas como Canadá, Alemania y Suecia presentan niveles de aprobación democrática superiores al 70%. En nuestro país también tenemos elecciones periódicas, sin embargo, los ciudadanos desaprueban los resultados de la democracia mexicana más que en cualquier otro país del mundo.
Los países que han experimentado un alto crecimiento económico y están contentos con la economía de su país tienen más confianza en su Gobierno nacional. De manera similar, las personas que apoyan al partido gobernante o a los partidos en su país tienden a realizar evaluaciones más positivas de su democracia que quienes apoyan a la oposición o a ningún partido político en absoluto.
Ante este contexto político, México es tierra fértil para el crecimiento de nuevos formatos de organización política como los candidatos independientes y las asociaciones civiles, pero también es campo fértil para movimientos políticos demagogos sustentados en propuestas que consiguen votos y quiebran las finanzas públicas, pero no dan resultados sostenibles en la calidad de vida de los mexicanos.
A nivel internacional, en los últimos años se ha extendido una ansiedad cada vez mayor sobre el futuro de las democracias. Los autócratas enardecidos y los demagogos en ascenso han sacudido las suposiciones sobre la trayectoria futura de la democracia liberal. Los académicos del Centro de Investigación PEW han documentado una “recesión democrática” global, y algunos ahora advierten que incluso las democracias “consolidadas” de larga historia podrían perder su compromiso con la libertad y deslizarse hacia políticas más autoritarias.