Por Andrés Vera Díaz
El Partido de la Revolución Democrática se ha quedado con una sola mano y es la derecha. Tras la aprobación del Frente Amplio en el que la posibilidad de aliarse con el PAN, PANAL y Verde de cara al 2018, ha optado por abandonar completamente una ideología de izquierda.
Desde la firma del Pacto por México, comenzaba de forma más que clara, la renta de capital político para proteger intereses gremiales. Nueva Izquierda, fracción que controla aún de forma significativa las decisiones de su consejo nacional, se ha encargado de amasar la mediocre venta de un partido que antaño, peleaba por la presidencia del País, en un partido satélite acomodado al PRI.
Ya en el 2015, con la pérdida importante de votación que sufrió el PRD por parte del electorado, debido a la participación de dicho Pacto, aunado al alto corporativismo que mantiene en los estados, lo ha obligado a prestar mayor atención a su estructura en lugar de seguir atento a las demandas ciudadanas, un desprecio sistemático a la opinión pública, la salida de importantes líderes morales, así como los escándalos de corrupción.
En este sentido, las opciones del PRD son pocas; por un lado podría colocar de candidato a la presidencia a una figura altamente popular, o negociar con todos los partidos de izquierda para formar una alianza. Han optado por esta última, porque la conveniencia de mantenerse vigente, contrasta con la reforma a sus principios y acciones. La intención de mantener cotos de poder, sin la construcción de formas y esencias, los ha llevado a ser comparsa de aquellos que han destruido a la República.
La renta del partido, al igual que el mantenimiento de estructuras débiles de poder y negocio, también por supuesto, tiene que ver con la negativa férrea de que AMLO acceda a la presidencia, sin embargo algunas corrientes y personalidades se han rebelado ante dicha prostitución política, Barbosa, Bejarano y Padierna han atestado un fuerte golpe al corporativismo amarillo, que a pasear de observar los grandes escándalos de corrupción de sus pretendidos aliados y el desastre nacional que han provocado, fomentan una alianza con ellos. La ideología de izquierda ya no existe más.
El grupo que hace tiempo ha utilizado las siglas para tener enormes prebendas, comer en restaurantes de postín, viajar por el mundo a costa de nuestros impuestos y apoyar en las reformas más nefastas y regresivas a Enrique Peña Nieto, los llamados Chuchos: Ortega y Zambrano, ya no le hacen caso ni siquiera sus antiguos subordinados. Cada quien jala para donde más le convenga.
Así pues, hay deserciones de perredistas todos los días, la gran mayoría se van a engrosar las filas de Morena, la agrupación del llamado Peje, e incluso otros emigran al PRI y hasta el PAN, éste uno de los aliados naturales de los negro y amarillo.
Hoy las distintas corrientes internas del PRD pretenden curarse en salud atribuyendo el desmantelamiento de este partido a quienes se suman a la campaña de Andrés Manuel, el cual es casi el único político mexicano que subsiste de lo que fueron las izquierdas en México y que sigue preservando aun una ideología progresista y nacionalista.
Sin embargo, a medida que el tabasqueño se mantenga en las preferencias, más adhesiones tendrá, eso reforzará la idea de esa izquierda bizarra, para aliarse con los grupos de poder que han vendido a México, y lo han sumido, en la crisis social más negra de la historia reciente.