Por Andrés Vera Díaz
La semana pasada en Aguascalientes, Baja California y Colima, hasta en Televisa, de manera coincidente, se izaron banderas nacionales al revés, con el escudo mirando hacia abajo.
Lo curioso, es que tanto se dio en complejos militares como en la Televisora más entregada al servicio del poder. Aunque las autoridades señalaron que se trató de un error de “pericia”, la coincidencia obliga a pensar en una manifestación castrense sin precedentes.
Y es que esa modalidad ha sido tomada como señal de protesta por “inobservancia a los Derechos Humanos y no estar de acuerdo con la política gubernamental” en varios países, sobre todo cuando se han generado una serie de hechos notables como el surgimiento de un nuevo liderazgo disidente y protestas sociales reprimidas con el uso de la fuerza pública.
Llega Septiembre y con este mes, los festejos de la Independencia de México. Pero le pregunto. ¿Tiene usted algo que celebrar en este mes patrio? ¿Es usted uno de los beneficiados de las reformas? ¿Le ha servido de algo la Independencia de México? ¿Tiene usted un bien remunerado trabajo? ¿Es usted y su familia feliz? ¿Disfruta de verdadera libertad? ¿Ha logrado todo lo que se ha propuesto? ¿A su familia no le falta nada? ¿Anda con tranquilidad en las calles? ¿Hay otra excusa en las fiestas patrias para agarrar la borrachera y la Mexicana alegría?
Con la enorme corrupción que impera en las instituciones y partidos políticos, más de 79 mil muertos en los menos de 4 años de Peña Nieto y esta infame invitación al enemigo extranjero número uno del país, Donald Trump, la poca dignidad nacional quedó tirada en una hielera de oxxo y abandonada en un paraje cualquiera.
No solo tenemos una de las clases políticas más entreguistas, corruptas, ambiciosas, incompetentes, serviles y rapaces, también tenemos a la delincuencia organizada más deshumanizada. La articulación de ambas junto con un rapaz sistema de acumulación compatibilizado con la producción de empobrecimiento de las «mayorías», ha legalizado de forma institucional, pública y clandestina, un itinerario de violencia y abusos sin precedentes para la ruta del país. Además, los robos electorales, donde la legalidad no queda asentada como una premisa institucional sino manipulada por el odio personal, incluye un elemento más para la protesta simbólica.
No estoy en contra del patriotismo, pero si del per se, el patriotismo no es emborracharse en septiembre y celebrar las victorias de la selección mexicana, no es celebrar la mediocridad de la delegación olímpica en Brasil, no es ser parte ni cómplice de la corrupción; el nacionalismo es defender a la patria de todo eso y más.
Ahora, este ms se cumple dos años de la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, a manos del gobierno y la delincuencia organizada en contubernio. Sí, es cierto, alguien mencionó que se celebra a la patria y no al gobierno; sin embargo, creo que ese razonamiento nos impide unirnos a las familias que siguen buscando a sus desaparecidos.
Hace unos días, los padres de los 43 normalistas pidieron a la ciudadanía que por favor no asistieran a las celebraciones públicas, y que si lo hacían, lejos de gritar ‘Viva México’, gritaran ‘Nos faltan 43’. Es apropiado hacerlo y unirnos aunque sea por una vez, el pueblo entero, dentro y fuera de México, se una al reclamo legítimo no sólo de los 43, sino de los miles de muertos y ofendidos que tiene este país.
En otras palabras, que buena parte de la situación por la que pasa México es por la irresponsabilidad de sus gobiernos internos, sumado a lo cual está toda la amenaza procedente del exterior, particularmente de los gringos que el Estado no ha sabido o no ha querido contener. Por el entrometimiento en los asuntos internos de México. Mejor dicho: el contexto de la (in)dependencia. Icemos las banderas al revés.