Por Saúl Monreal
La redistritación en México ha sido un recurso usado, cada vez con más frecuencia, previo a un proceso electoral. Esto es, en esencia, modificar la composición territorial de los distritos electorales para evitar la sobrerepresentación. Sin embargo, en los procesos electorales locales y federales donde ha habido una reconfiguración de los distritos, ha quedado demostrado que el “reacomodo” geográfico no es otra cosa más que la preparación de la cancha electoral para beneficiar a grupos de poder, por ejemplo: El PRI.
En esencia, esto se debe a que en la Cámara de Diputados, hay una cantidad de curules donde sus ocupantes deben representar a un determinado número de pobladores de una manera proporcional, habiendo un equilibrio en la cantidad de personas representadas. El impacto social que esto debiera traer, es incrementar la confianza de los ciudadanos en los procesos electorales, ya que se genera la percepción que todos son tomados en cuenta, que el voto tiene el mismo valor en cualquier lugar.
Sin embargo, ¿puede una redistritación realmente favorecer a partidos políticos de acuerdo a su fortaleza territorial? Ya lo vimos en el proceso electoral de este año en el que, después de añadir algunos municipios a los distritos de Zacatecas y Fresnillo, se vieron perjudicados directamente aquellos que, a pesar de tener un trabajo político territorial solido, tuvieron que participar adaptándose a las reglas de organización territorial impuestas por los organismos electorales, convirtiendo esos municipios agregados en puntos débiles en su campaña política.
Para ser más precisos, no importa que un operador haga trabajo político por años en un distrito electoral ya que, al llegar un nuevo proceso electoral, seguramente habrá modificaciones al territorio en el que participaría, poniéndolo así, en una situación de desventaja. La experiencia nos ha enseñado que a los distritos de los municipios más urbanizados, les añaden otros de menor tamaño y población, pero también, menor prevención de las estrategias que utilizan para coaccionar el voto.
Como lo dice Liliana López en su investigación titulada Redistritación Electoral en México; La democracia, tiene gran parte de su legitimidad cimentada en la representación. Afirma que no es suficiente que los ciudadanos ejerzan su derecho al voto, sino que deben tener la confianza de que su opinión tendrá el mismo valor que la de cualquier otro votante. Así pues, desde el punto de vista geográfico, la población está organizada en distritos electorales y el reto es lograr una redistritación que permita reflejar la voluntad popular ante el poder legislativo.
Lamentablemente, en la práctica, esto dista mucho de tener una verdadera función de equilibrio electoral y político. Así pues, como parte de una reforma política que necesita nuestro estado, debieran ser incluidos al análisis otros temas sentidos de la sociedad, como lo es la revocación de mandato, el plebiscito y referéndum con carácter vinculatorio, y que no se trate solamente de “preparar el terreno” para un proceso electoral.
Al día de hoy, existe la propuesta en nuestro estado de realizar una redistritación para el proceso electoral del 2018, con datos si actualizar, el Instituto Nacional Electoral reacomodará los distritos electorales federales ante lo cual debemos, estar atentos a un adelantado fraude electoral y exigir a nuestros representantes una verdadera reforma política que lleve impresa la necesidad de los ciudadanos de tener un sistema político funcional y justo. Al tiempo.