Por Andrés Vera Díaz
La administración de Miguel Alonso concluye ya, por fin, aunque hay algunos realistas, o mejor dicho muchos, que consideran el gobierno de Tello irá por la misma dinámica, sobre todo en el tema de la opacidad, otros se atreven a como en una oda a la profecía, afirmar que el nuevo Gobernador será diferente, bajo la sigla del PRI, lo dudo bastante.
Algunos colaboradores, secretarios y mandos medios, han ido a rogarle al nuevo mandatario los incluya en el gabinete, cuestión que sin duda será correspondida, por lo menos no en altas esferas, pero dado el conocimiento del sistema gubernamental corrupto, Tello necesita gente a modo. Otros funcionarios, comienzan a ver hacia el horizonte.
Es el caso del secretario general de Gobierno, Jaime Santoyo, quien a pesar de ser un hombre con cierta soltura hacia los medios y humildad en el trato, por lo menos en términos personales, no pudo llevar el barco a buen puerto, y es que los vientos azotaban ya a una hecatombe alonsista precedida por los políticas fracasadas de Francisco Escobedo. Ante cimientos débiles, lo normal es que la estructura se derrumbe.
Pero el amiguismo siempre se hace presente como forma cultural y sobre todo en la clase política, Santoyo pues, tiene ya ofertas de trabajo, tanto en el Gobierno Federal como en uno estatal, específicamente en la Sedesol, donde lo colocarían en alguna coordinación, incluso podría ser el otrora Pedro de León, en el cargo.
También en San Luis Potosí hay cabida, ya que el mandatario de esa entidad, Juan Manuel Carreras López, es amigo personal de Santoyo, quien recibiera oferta laboral en la secretaría de Gobierno, pero aún no se concreta nada.
Santoyo de alguna manera, no sale deslizándose de la administración como otros, que dejan cuentas públicas turbias y otros malos manejos financieros y políticos que los harían migrar por algún tiempo, como suele pasar generalmente.
Aunque tal despacho, tuvo consigo bolsas discrecionales y Santoyo, responsable directo de represalias principalmente contra docentes, además de negar las situaciones más obvias de alta prioridad como la seguridad, fue comparsa de Alonso, en sectores políticos se entiende que finalmente, obedeció a intereses casi personales de su jefe inmediato.
No se le puede exculpar de todo, ni de poco, pero sin duda, su notaría habrá recibido muchos más clientes. Su fuerte son las escrituras de propiedades, con las de la familia Alonso debió haber acumulado capital para décadas. Sin embargo, es un hombre inquieto y como me dijera en alguna ocasión un Diputado que va de salida, “la política es un vicio muy cabrón”.
Por lo pronto, aún se le puede encontrar en taquerías a eso de las once de la noche, sólo, comprando la cena familiar en un auto de mediano lujo y sin escoltas, con vestimenta sobria y el saludo siempre cordial.