Por Saúl Monreal
“Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo y con sus hechos lo traicionan», una de las máximas que Benito Juárez dejó para la historia, haciendo referencia a la clase política que con demagogia y engaños, lucraban con la necesidad de la gente para obtener alguna clase de beneficio personal. No dista mucho nuestra realidad con la de aquel entonces.
Como lo comentamos la semana pasada, Miguel Alonso pasará a la historia por ser un personaje carente de cualquier valor que pueda contribuir a dignificar la función pública, tenemos por gobernador a un mentiroso patológico que se preocupa más por cómo maquillar la realidad, que por entregar un buen gobierno y buenas cuentas a los zacatecanos. Somos víctimas de un mitómano.
Para Miguel Alonso, hablar de los resultados del actual sexenio, es hablar de un Zacatecas imaginario, de una utopía que de ser cierta, convirtiera a nuestro estado en uno de los más prometedores, con desarrollo económico y social, seguridad pública ejemplar, finanzas sanas, un campo productivo y una función pública eficaz. Para él vivimos en un Zacatecas de fantasía.
Tal como lo esperaban ciudadanos y analistas, el sexto y último informe de Miguel Alonso fue un compendio de buenos deseos que nunca pudieron cristalizarse en realidad, un libro repleto de falsedades que no hacen más que incrementar el escozor social hacia un ya desgastado y poco legitimado gobierno. Vaya cinismo al afirmar que la ciudadanía refrendó la confianza hacia él con los resultados de la elección del 5 de Junio.
Vaya cinismo al sostener que con una inversión de 6 mil millones de pesos en seguridad pública, los zacatecanos vivimos más tranquilos que hace seis años y que las personas víctimas de la inseguridad “no son gente de bien”. Mientras que en el primer semestre del año se registraron 251 homicidios en el territorio estatal. Tan solo entre junio y julio fueron más de 100 los homicidios reportados, superando el (ya de por si escandaloso) promedio de un asesinato al día con el que clasifican a nuestro estado.
Vaya cinismo al asegurar que entregará finanzas sanas al concluir su administración, cuando tenemos un estado más comprometido que nunca, ascendiendo la deuda pública a más de 10 mil 700 millones y con un pasivo circulante (a corto plazo) de 3 mil 184 millones, de acuerdo al avance de gestión financiera al cierre del primer semestre. Contrario a lo que dice, Miguel nos deja una deuda de más de 13 mil millones de pesos.
Vaya cinismo al reiterar informe tras informe, declaración tras declaración que el campo zacatecano avanza hacia la modernización, mientras que programas como la reconversión del cultivo han generado pérdidas considerables de cosechas. Sin contar con los 140 millones de pesos que se pierden cada año en los campos productores de frijol zacatecano debido a la deficiencia en los procesos de producción, según la misma secretaria del campo.
Vaya cinismo al denominarle al actual periodo “el sexenio del empleo” cuando Zacatecas, de acuerdo al mismo INEGI, es una de las entidades donde se presenta un alto índice de desempleo, ocupando el lugar 18 en la generación de empleos a nivel nacional. Destacando también el crecimiento en la tasa de desempleo del 2.6 al 3.1 por ciento en el último año.
Y es que basta con preguntar a cualquier sector social sobre los resultados y la forma de gobernar del PRI en Zacatecas. Basta escuchar a los constructores, a los textileros, a los materialistas, a los maestros, a los productores del campo, incluso a los mismos burócratas. No cabe duda que la indignación ha sido por el exceso de mentiras que Miguel ha dicho a los zacatecanos, padecimos el sexenio de la mentira.