Por Andrés Vera Díaz
Aborto, matrimonio homosexual, revocación de mandato, cancelación de fuero, tope de salarios, propaganda oficial y legalización de drogas blandas serán los retos que enfrentará la siguiente Legislatura del Estado.
La actual, por mediocridad, correlación de fuerzas y pensamiento retrograda no pudo mediar, ni siquiera tocar algunos de los temas a pesar de que a nivel nacional y en entidades vecinas ya son temas que poseen legislación pertinente.
Lo peor, es que en la izquierda, no se visualiza quien pudiera tener las agallas para pugnar por leyes de avanzada que consideren necesidades modernas, que contemplen minorías y defiendan realmente los derechos humanos a cabalidad pensando en futuras generaciones y la integración social, no bajo la estructura mediocre de aquellos que marchan por «el diseño original de la familia» pero no contra la violencia, corrupción e impunidad.
Ya son varios los Diputados electos que vociferan sus posturas, que publicitan su futuro trabajo pero nadie ha tocado temas sensibles e importantes, que trascienden en el desarrollo social. Unos simplemente, ni saben cómo se conforma el Congreso ni para que llegaron. Su principal labor es legislar, no andar entregando becas, que de mucho ayudan, pero que la mayoría suponen es lo primordial bajo el esquema demagógico que impera aún en el sistema político.
Otros se dedicarán a lamerle las botas a Tello, casi todos, o todos lo del PRI-Pvem-Panal, más aquellos que sin duda serán maiceados. En todas las legislaturas se da dicha práctica. Eso de que «a priori» no sé puede juzgar como dijo el líder antorchista, ofende porque, pues hagamos una retrospectiva de la corrupción de su partido. No todos leemos milchistes o vemos Televisa señor dirigente.
La responsabilidad histórica e institucional les ha quedado cortos a la mayoría en la LXI Legislatura, unos beneficiados por contratos gubernamentales de construcción, otros guardándose hasta la última beca, otros que asistieron para hacer quorum y unos más, ignorantes y patéticos que cobraron juvando a la bandera de la migración pero con un nivel inimaginable de ignorancia la conformaron. Y es que no obstante la gran responsabilidad que desempeñan los parlamentos o congresos, y de su importancia en la actualidad, esta institución ha sufrido un notable menoscabo en la credibilidad por parte de la sociedad.
El Poder Legislativo registra un nivel más bajo de aprobación que el resto de las instituciones de gobierno. En México, el congreso general junto con la policía, los partidos políticos y los sindicatos son las instituciones con el nivel más bajo de confianza y aprobación de la ciudadanía. De acuerdo con el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados sólo el 36% tiene «mucho» o «algo de confianza» en la Cámara de Diputados, y 37% para la Cámara de Senadores
Se afirma que esto se debe a que pocos ciudadanos, incluyendo a nuestros «representantes» conocen la estructura, funciones y actividades del Poder Legislativo; sin embargo, podemos destacar tres aspectos fundamentales: falta de representatividad, de eficiencia y de ética. Respecto a este último aspecto, tenemos que uno de los grandes males que han dañado notablemente al Poder Legislativo es la corrupción.
Y aunque se ofendan los «dignos» populares Diputados, la realidad es que, con tan sólo 2 años, la siguiente Legislatura pinta para ser otra fachada de tonterías para el gobierno del PRI.