Por Andrés Vera Díaz
Ya hace casi un mes que Arnulfo Correa Chacón dejo la titularidad de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Zacatecas, lastimosamente y al mismo tiempo gracias al término de los tiempos legales, y no por su ineptitud y prepotencia.
Correa, médico de profesión, continuó con el burocratismo de un ente que por su esencia debía combatirla per se. Siguió con la parafernalia de la supuesta promoción de loa derechos humanos asistiendo a eventos de bajo espectro, refugiado sólo por horas en su oficina y concediendo entrevistas siempre apoyado por su jefa de comunicación, puesto que de cifras y hechos, poco supo siempre.
Pero esto es lo visible, ahora que se fue, y también trágicamente siempre pasa así, salen a relucir los asuntos cuando ya no tienen poder los funcionarios, Correa en realidad era un dictador nefasto al interior de la Comisión. Colocó cámaras de vigilancia, no de seguridad, en todas las oficinas del inmueble, no para salvaguardar la integridad de los colaboradores, sino para evitar grillas internas; una actitud paranoica que lo obligaba a llamar a algún trabajador si entraba dos veces seguidas en una oficina y cuestionarle el hecho.
Además, su chofer, asignado a trabajar por Ley, si, por Ley, ocho horas, en realidad no fungía como tal, cuando Correa tuvo la fortuna para él mismo de saber que su trabajador del organismo también hacía el oficio de carpintería, lo «comisionó» a su casa particular para que le trabajase reconstruyéndola prácticamente bajo el salario de la Cdhez y con extenuantes jornadas de trabajo. Esto provocó que en muchas ocasiones, el propio Correa tuviera que conducir su vehículo a las oficinas de la Comisión, en la que en una de éstas, no encontró su lugar habitual de estacionamiento porque uno de sus empleados «osó» colocarse en el sitio, por lo que el pequeño ombudsman, en términos satíricos, reprochó que no le respetaran su exclusividad despidiendo al valiente y atrevido empleado.
El chismorreo nivel abajo pareciera siempre una forma vulgar de exhibir a funcionarios, pero en realidad, cuando se trata de ciertos personajes, otorgan otra visión de quienes son en realidad. Ya existían rumores que Correa era un déspota con los subalternos y el típico negociador con ciertos medios de comunicación a los que corrompía bajo pretexto de «convenio» para taparle sus tropelías.
Sus años comandando la Cdhez fueron una gris aportación a la causa. No se supo jamás, que se castigara conforme a la Ley a quienes cometieron abusos contras humanos con derechos inalienables. Sólo algunas cifras maquilladas en sus informes en los que ante Diputados, se alababa su propia figura y daba un resumen general de las disposiciones de la ONU en cuanto a la materia.
Se llevó su tajada sexenal y vaya a disfrutarla, que los zacatecanos estamos hartos de la prepotencia en cualquier aspecto, más aún por su esencia un organismo tan importante. De regresar a la administración pública, será un error garrafal para quien lo contrate, Dejen que su gris presencia se difumine hasta el olvido, porque fue tan débil, que no costará mucho para eso, en este sentido , entonces, no vale la pena dedicarle más palabras, pero sin un funesto final laboral. Adios.