Por Argelia Aragón Galván
En octubre de 2013 El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), dio a conocer que la Cruzada Nacional contra el Hambre tiene imprecisiones en su diseño y está basado en un modelo brasileño caduco que ya no está vigente.
La política social que en un principio anunciase Rosario Robles como no asistencialista, claramente lo es debido a que para erradicar el hambre las familias deben tener mejores ingresos y mejores trabajos para lograr así su autonomía y soberanía alimentaria.
El Presidente de la República anunció a principios de 2014 que sedaría mayor atención a las zonas fronterizas, además de que reforzarán el trabajo en zonas urbanas donde exista pobreza extrema, sin embargo la segregación urbana aumenta considerablemente, basta hacer una visita a las zonas periurbanas para comprobarlo.
Las acciones del programa como incrementar los comedores comunitarios, distribuir productos alimenticios, no generan apoyos para proyectos productivos para que la población objetivo logre generar ingresos dignos .
En la primera etapa del programa, Sedesol anunció con bombo y platillo que se logró reducir carencias de vivienda, servicios, alimentación, salud, seguridad social y educación en 400 municipios identificados por su pobreza extrema, con estadísticos favorables de Coneval, esperemos que las cifras no se encuentren maquilladas.
Mientras que las «reformas estructurales» van encaminadas a polarizar las desigualdades sociales de país, aunadas a la ausencia de fuentes de empleo suficientes veo con tristeza más no con sorpresa como la principal política social de México tiene fines electorales y se crea con la intensión de perpetuar lo que aparentemente intenta combatir.
Habrá que esperar la siguiente evaluación de Coneval, sin embargo los números distan de lo que a simple vista se observa y es que la pobreza no se reduce.