Por Andrés Vera Díaz
Los partidos políticos de izquierda en Zacatecas, bueno, de lo que mal denominado se «asume» como izquierda en México, no han entendido el alcance del pragmatismo conducente, la oportunidad de sacar de un golpe fantástico al partido que ensombrece el desarrollo nacional y local. Aliarse, vencer y formar un gobierno plural. Se han encasillado en la medianía discursiva, muchos convocan pero nadie parece tener la fuerza necesaria para ser factor de convergencia.
Hasta el 2007, la Izquierda local parecía ir en el camino ascendente a conformarse como una fuerza política de verdadera opción para la ciudadanía, aunque fuera enmascarada, pero era un inicio.
Desde 1998 con la incorporación de un puñado de priístas renegados, se generó una incógnita. Esta especie de “melting pot” política, ¿beneficiaría o torcería el camino de la hasta entonces Izquierda-Izquierda?. La verdad, el resultado fue un engendro que fastidió, desfiguró y hasta mató a muchos entregados a las verdaderas luchas sociales pasada la segunda mitad del sexenio de Amalia García.
Nada qué ver aquellas lecturas y eventos políticos-culturales de los 50s y 60s y la preocupación por una verdadera metamorfosis de los procesos político – culturales que hasta en los 70s, eran peleados por actuales universitarios ya decanos.
Y es que han dejado de abanderar en lo local, necesidades sociales que vuelquen la conciencia colectiva, se enfrascan en diálogos de café y caen en el provincianismo típico; por ejemplo, los casos de aceptación de matrimonios entre personas del mismo género y la legalidad del aborto son novo-tendencias mundiales. Estas ideas han quedado paralizadas por la falta de visión con tal de medio conservar cotos de poder incontrolables.
La Izquierda zacatecana carece de ideas frescas, de un líder o líderes naturales, de cepa. A la Izquierda le falta una buena sacudida. ¿Por qué? Lo vemos ya en los últimos años y meses. Vaya, con más claridad en las últimas semanas. Cambios de dirigencia a modo (MC), otros con intentonas frágiles de socavar la fuerza real para sacar al PRI de Plaza de Armas (Morena), otros que no tienen el poder de convocatoria para que sus pre – precandidatos se sienten en una mesa única a dialogar (PRD) y uno, que en la cuerda floja, tiene una lideresa que sólo en base a la sistemática crítica de temas en atraso, no han podido confluir en un proyecto unitario. Todos quieren sacar al tricolor, pero nadie se anima a dar el zarpazo.
En su ábaco, las cuentas ante la ciudadanía -acercamiento, credibilidad, confianza, cultura política- comienzan a no tener numerología en el capital político, ejemplo claro es Morena, que ha demostrado que es un partido igual a los demás, sin democracia real, hecha a la medida. Una merma interna, vuelve a decepcionar al electorado.
La razón de la fractura, resquebrajamiento y dilución de la Izquierda en general y su bajísimo interés de la ciudadanía en ella, está a la vista. No existe un liderazgo suficiente que implique fehacientemente la posibilidad de un panorama distinto en el estado como los desean los zacatecanos, mientras las posibilidades las aportan los partidos oficialistas, claro a expensas de comprar el voto, ya nada más les queda.
Hay nombres, pero no opciones reales para una ruptura histórica con el “establishment” que evoque, digamos un cambio de status, como a su manera lo está intentando, aunque muchos se aferren a no verlo así, el propio David Monreal.
El mal que derrumba a la Izquierda es su aplicada burocratización y la inmovilidad en sus dirigencias y cuadros nacionales, caso de Alberto Anaya y Dante Delgado; por otro lado, las imposiciones de caciques. La política triunfadora, de real vanguardia, es la que se renueva y reinventa constantemente, a diario, sea de izquierda, derecha o centro., pero no con discursos.
En México y por lo tanto en Zacatecas, se finge la existencia de una Izquierda verdadera, No hay tal cosa como una izquierda moderna o una izquierda pre-moderna. Ese es un discurso que algunos han pretendido crear para su propio provecho o para dividir a la izquierda. Desde las filas opuestas este discurso pretende generar la percepción de que hay una izquierda “buena” o “deseable” y una izquierda “mala” o “indeseable”.
Desde el interior de la izquierda, esto ha servido para tratar de constituirse como la verdadera o incluso como la nueva izquierda. En realidad, lo que une a las izquierdas suele ser una serie de temas, prioridades y, en ocasiones, propuestas de política pública y lo que las suele dividir son cuestiones de táctica, estrategia, y también en ocasiones, de política pública. Al final, los discursos y tácticas de unos grupos y otros deberían complementarse y apoyarse en busca de un objetivo común.
Esto, desafortunadamente, no ha sido el caso en los últimos tiempos, donde ha predominado la descalificación de aquellos que pretender erigirse como la izquierda moderna, a costa de lo que hacen otros grupos o corrientes.
Es hora por lo tanto, de echar al baúl de los recuerdos a la palabra hegemónica falsa (Andrés Manuel), de la conveniencia sexenal (Navarrete), de la desesperación comercial, (Delgado y Anaya). Entiendan que, enclaustrados en sus posiciones semi – dogmáticas, nunca, nunca la izquierda podrá gobernar este país y bajado al nivel estatal, se conformarán con uno que otro estado, pero sin proyecto de continuidad.
No está entonces tan mala la idea, de una fuerza estatal, conformada por verdaderos hombres, y mujeres hartos de toda incongruencia de su partido de izquierda y conformar una fuerza ciudadana alejada de la burocracia servil, de los altos salarios dirigenciales y el influyentismo corriente. Zacatecas ya debe despertar.