Tokyo, Jap.- Al conmemorarse este sábado 70 años de la rendición de Japón ante las fuerzas aliadas, acto que puso fin a la Segunda Guerra Mundial, el emperador Akihito expresó el remordimiento que siente sobre la participación de su país en el mayor conflicto bélico en la historia de la humanidad, que dejó un número de muertos que varía, según los cálculos, entre 50 y 80 millones de muertos, aproximadamente 3% de la población mundial en la época.
Esta declaración histórica contrastó, sin embargo, con un acto oficial realizado por el gobierno conservador, en el que 3 ministras visitaron el polémico santuario de Yasukini, ubicado en el centro de Tokio y que honra a los soldados muertos en la guerra. En 1978, en un acto secreto, se agregaron en el templo los nombres de 14 criminales de guerra condenados, hecho que desató la furia entre los países vecinos, que vieron el hecho como una ofensa.
Shinzo Abe, el primer ministro, no visitó el santuario pero envió ofrenda ritual al lugar. Además, un día antes declaró su “pésame eterno” a las víctimas de la guerra y reiteró las disculpas de su gobierno que ha presentado en otras ocasiones, en especial hacia países asiáticos. «Japón ha expresado en reiteradas ocasiones sus sentimientos de profundo remordimiento y sus sinceras disculpas por sus actos durante la guerra”.