D.F, Mex.- En 28 países de África aún existe la vieja tradición de mutilar los genitales femeninos (MGF). Se trata de una práctica que afecta a más de 30 millones de mujeres en ese continente (algunas han emigrado a Europa o América) y que cada año suma por lo menos 2 millones de niñas y adolescentes más.
Afirmó lo anterior la ginecóloga y activista Olayinka Aina Koso-Thomas (Nigeria, 1937), quien este viernes será condecorada con el máximo galardón que otorga la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el doctorado honoris causa.
«Una sinfonía de gritos de dolor que alcanza decibeles ensordecedores», es como describe la tortura a que son sometidas niñas y adolescentes, quienes se ven orilladas por sus familias a ese «rito de iniciación» para convertirse en mujeres, ser reconocidas en sus comunidades y «tener valor» para el matrimonio.
Ayer, Koso-Thomas impartió una conferencia magistral en la UNAM, como parte de sus actividades como doctora honoris causa. En la charla, titulada Riesgos de salud asociados a la MGF y estrategias para su erradicación; la experiencia de Sierra Leona, habló de su lucha para contrarrestar esta práctica.
Posteriormente, aceptó una entrevista con La Jornada, en la que habló de su experiencia con mujeres que llegaron con graves infecciones producto de la mutilación.
Oportunidad para que el mundo conozca esa violación de derechos
Hace años, en Freetown, Sierra Leona, «apoyaba a que muchas niñas de entre 14 y 17 años dieran a luz, pero a estas jovencitas, con mutilación genital, se les dificultaba mucho, presentaban grandes dolores (labor de parto hasta de 48 horas) y en algunos casos el bebé nacía muerto. Eso era muy triste. Esa es la razón por la que me encuentro en esta lucha».
Actualmente la activista, que en 1998 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, ya no ejerce la ginecología, sino que ha dirigido toda su energía a tratar de erradicar esa práctica, particularmente en Sierra Leona, donde ella y sus colaboradores han enfrentado ataques, amenazas y hostigamientos por su labor humanitaria.
Recibir el reconocimiento de la UNAM –dijo– hace que la violación a los derechos de las mujeres se conozca a escala global, por lo que se mostró agradecida. «En el mundo reconocen (su labor), pero en África no, porque consideran la práctica una tradición, y por eso creen que es lo correcto».
Presumió que esta es su primera visita a la ciudad de México, donde ya pudo comer panuchos y probar el tradicional mezcal. Manifestó su asombro por el campus de Ciudad Universitaria, en particular por la cantidad de estudiantes que acuden a la UNAM (más de 340 mil).
Durante la conferencia magistral, Koso-Thomas explicó que el «ritual», que se da en sociedades secretas, consiste en cortar los labios mayores y menores, la ablación del clítoris y en ocasiones se llega a suturar la vulva para dejar sólo un espacio para la salida de la orina y el flujo menstrual.
Las niñas son recluidas en un lugar cercano a un río, se les levanta muy temprano y las obligan a sentarse en el cauce, con medio cuerpo dentro del agua helada, esto entumece los genitales y con ello preparan la operación, la cual realizan mujeres poco preparadas, sin capacitación en cirugías. Cuando no cuentan con el cuchillo para realizar la extirpación, usan navajas para rasurar o pedazos de vidrio roto. «No hay escala que pueda medir el dolor de estas niñas inocentes».
La MGF tiene consecuencias físicas, emocionales y sicológicas de por vida, aseveró. Las mujeres sometidas a esta tortura presentan dolor, shocks, sangrado incontrolable, molestias al orinar y menstruar, ruptura de útero, fístulas, suplicios al tener relaciones sexuales, infecciones y acumulación de sangre menstrual, así como dificultades para embarazarse y tener hijos.
Gracias a la lucha de Koso-Thomas, en algunas naciones africanas y europeas ha habido avances, sobre todo legislativos, para erradicar esta práctica, pero aún falta mucho. Desde su perspectiva, será con mayor educación entre las comunidades y haciendo visible el problema a escala mundial como podrá detenerse esta violación a las garantías humanas, de salud, sexuales y reproductivas de las mujeres africanas.