Por Andrés Vera Díaz
La crisis es una coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución; el gobierno federal no ha entendido esto, las crisis que provoca y registra, pues no enfrenta ni corrige, se enmarcan en la involución de sus estructuras.
Mucho se ha dicho y se dice de las dos fugas de Joaquín «El Chapo» Guzmán, Desde que salió por la lavandería en Puente Grande, Jalisco en 2001, a un túnel sofisticado el sábado 11 de julio del 2015, pero lo que nadie entiende, es como un narcotraficante, líder de una organización criminal que en su momento fue la más poderosa del planeta, encerrado en prisiones con niveles de seguridad tan altos, puede evadir como un escapista que avergonzaría al propio Harry Houdini, David Koperfield o Chris Angel.
La fuga de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán humilla al presidente Peña Nieto y a todos los mexicanos. ¿Cómo es posible que se organizara la huida sin la complicidad del gobierno?, simplemente, es incuestionable dada la estratosférica, universal corrupción de la administración priista, que va más allá de la propia idiosincracia del mexicano.
El escape de Guzmán del penal de alta seguridad “El Altiplano”, en Almoloya de Juárez, Estado de México, «humilla al Estado» dice el presidente Peña Nieto. Más bien humilla al propio presidente Peña y a todo el equipo de Seguridad Nacional.
¿Cómo es posible que se preparara una huida durante tanto tiempo sin la complicidad de altas instancias del gobierno?, ¿es posible construir un túnel de kilómetro y medio a diez metros de profundidad sin que nadie se entere?
Poco a poco vamos conociendo detalles que despiertan más interrogantes:
- El túnel requirió de 379 camiones con capacidad para 7 metros cúbicos, para mover 3,250 toneladas de tierra ¿nadie los vió?
- El monitoreo permanente de cámaras se seguridad ¿falló?
- El túnel requirió un año de construcción, según se ha revelado por expertos ¿nadie se enteró?
No es la primera vez que Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán huye de una prisión de alta seguridad. La primera ocurrió en 2001, durante el gobierno de Fox. En ese momento ‘El Chapo’ le dijo al General Acosta Chaparro que le abrieron la puerta y que lo esperó un alto funcionario del gobierno federal. Increíblemente nadie ha investigado esos hechos hasta ahora.
Luego de su captura, que también fue de manera increíble «sin un sólo disparo» y en el contexto de tener pocos guardias personales, Peña y su administración celebraron la «victoria» de un gobierno que ha capturado a grandes líderes criminales. «Imperdonable si se volviera a escapar» dijo el presidente días después de su encarcelamiento. Al día de hoy, nadie ha sido despedido por «lo imperdonable». Ni siquiera regresó de su gira por Francia para recibir medallas insignes.
La fuga, la falta de credibilidad, la indiferencia presidencial no exhibe una crisis de gobierno, porque en primer término, no hay gobierno!. Existe una administración, mal habida, mal hecha, mal aplicada, mal ejecutada. Que crisis puede haber ante la inexistencia de un gobierno real, No por tener legalmente (y forzadamente), un documento que avale… soy el presidente,… el secretario… el funcionario, por ontonomasia se asume que existe gobernabilidad, son dos cosas aparte.
El peor problema de todos, es que le faltan más de 3 años para que deje el cargo uno de los presidentes más frívolos, ignorantes, indiferentes y maleables de toda la historia.
El Chapo es nuevamente, el ícono de la mexicanidad, un héroe popular que proyecta el valemadrismo, la impunidad, la burla, lo suigéneris, la benevolencia, la astucia y el humor típico de este pueblo. Lo es todo como cargador de las subculturas que cimientan la «cultura total» de México. Es nada ante la esperanza del cambio. Es la irreverencia encarnada. Es quien demostró, una vez más y una vez más, que en México no existe las crisis, simplemente, no existen gobernantes, no existen institucionalidad, no hay justicia, no hay firmeza.
Existe solamente y paradójicamente como un universo paralelo, la identidad mexicana, que es una de las identidades más fuertes que existen, está lastrada por una cantidad de negatividad infinita, por decirlo así. Pero hay que entender también que es una de las pocas opciones que tenemos frente al embate global, irónicamente.
Estamos en esa dualidad, como un dios bifronte: por un lado está la luz, por el otro la oscuridad; por un lado está el “como México no hay dos”, pero por el otro está el que necesitamos ya dejarnos de ese “como México no hay dos” de corrupción, perversión, suciedad, miseria y decadencia, y acceder a un Primer Mundo digno, tecnologizado, racionalizado, legalizado (hasta donde más permtia el sistemq) Es esa dualidad la que vive el mexicano. Esa dualidad de lo capturamos un día, pero se volvió a escapar.