Washington, EU.- Pese a que en las década pasada la pobreza en Latinoamérica se redujo hasta un 16 por ciento, más de 130 millones de personas siguen inmersas en un pobreza crónica, es decir, sobreviven con menos de cuatro dólares al día, además no se ven esperanzas de mejorar, indicó hoy el Banco Mundial.
Según un nuevo reporte, la pobreza en la región se está tornando más precaria conforme la prosperidad económica, que contribuyó a su reducción, empezó a menguar, como lo demuestra la drástica caída en más de 5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en los pasados cuatro años.
En conferencia de prensa, Jamele Rigolini explicó que el reporte contiene algunos mensajes para los responsables de las políticas en la región, en particular: “Cómo podemos hacer mejor las cosas”, si bien no ofrece soluciones, sin embargo, el propósito es dotar de un nuevo análisis sobre los efectos que la pobreza extrema tiene sobre estas personas.
El reporte encontró que los niveles más elevados de pobreza crónica no son exclusivos de países como Bolivia, pues ésta es prevalente en algunos considerados de ingreso medio como Colombia, cuya tasa de pobreza crónica es de 32.4 por ciento.
Los tres países con los mayores índices se ubican en Centroamérica: Nicaragua con 36.9 por ciento,Honduras con 41.5 y Guatemala con 50 por ciento.
De acuerdo con otras de las conclusiones del reporte, demuestra que el fenómeno de la pobreza crónica es tanto rural como urbano, al hacer notar que países como Brasil, Chile y México presentan también índices elevados.
El reporte señala que aunque 70 millones de personas salieron de la pobreza en la pasada década, la mayoría de estos no pasaron a engrosar de lleno las filas de clase media sino que ingresaron a un segmento intermedio, éste es un segmento considerado como “vulnerable”, el cual coloca a estas personas en riesgo de volver a caer en la pobreza.
Renos Vakis, otro de los autores del reporte, destacó el componente psicológico detrás de la pobreza crónica abordado por el reporte, el cual pone de relieve que algunas de las respuestas a este fenómeno resultan simples y de bajo costo.
El reporte indicó que una parte crítica de los nuevos esfuerzos para atacar la pobreza crónica es lograr una mejor coordinación entre los diferentes programas sociales y económicos destinados al combate de la pobreza, con énfasis en atender su costo mental y emocional.