Por Ramón Vera Salvo
Si bien estamos a unos días de que termine el proceso de precampañas y entremos a una etapa de “silencio” propagandístico, por un par de meses, comenzando abril volveremos a vivir la pesadilla de spots publicitarios en donde todos los partidos y candidatos nos llenarán de promesas y “soluciones” para el país y para los ciudadanos.
Será insufrible escuchar la radio y ver la televisión. Y esto se repite elección tras elección. En cada una escuchamos a los que gobiernan diciendo que vamos muy bien y que vienen muchas cosas buenas más: el paraíso prometido pues. Los opositores dirán que todo está mal y ofrecerán que de ganar ellos entonces sí se solucionarán todos los problemas.
Pero los ciudadanos constatamos que siempre seguimos igual, en el mejor de los casos, o peor. Y esto gane quien gane.
Varias preguntas se vienen a la mente:
Primera ¿vale la pena, entonces ir a votar?. Parecería que no tiene sentido ejercer este derecho porque nada cambia o si cambia generalmente no es para mejorar, excepto, claro está, para unos cuántos. ¿La abstención es una manera de mostrar el repudio a los partidos y a los políticos?, ¿soluciona algo?.
Pienso que no. Abstenerse es muy bueno para los partidos, sobre todo para los que están en el gobierno ya que les deja claro que no hay conciencia ciudadana y pueden seguir haciendo lo que quieran. Total, a la gente no le importa. Promueve, en mi opinión, la impunidad.
A los opositores también les conviene porque con menos votos pueden ganar diputaciones, alcaldías y gubernaturas. A nadie le importa que con el 15 ó 20% del padrón electoral con derecho a votar, un candidato resulte electo y “represente” a los ciudadanos.
Votar o no votar. Ese es el dilema shakesperiano. Yo pienso que es necesario votar.
Segunda pregunta. ¿Por quién?. Grave dilema. La política y los políticos está tan prostituida que es muy difícil decidir a quién otorgar el voto. Yo, en lo personal, decidiré en función de la persona y no del partido. Me parece que es la opción menos mala. Y si ninguno me convence, entonces iré a ejercer mi voto, pero lo anularé con una protesta por los 43 jóvenes desaparecidos.
Tercera pregunta: ¿sirven las elecciones para solucionar los problemas del país y de sus ciudadanos?. A veces sentimos que las elecciones no sirven para nada. Pero este sentimiento nace de la desesperación que nos invade por tanta corrupción en los políticos y sus partidos, por la impunidad de que gozan, de los negocios que hacen al amparo de sus cargos, de la falta de oportunidades para todos, de la inseguridad, etc., etc. ¿Será cierto que las elecciones no remedian nada?. Yo pienso que sí. Lo que necesitamos es despertar, sacudirnos la modorra de conciencia en la que nos encontramos, ser capaces de ver la realidad y de quiénes nos han gobernado y de qué se hicieron sus promesas de campaña. Si no estamos de acuerdo con lo que está pasando en el país y estamos hartos de promesas, de burlas y de simulaciones, entonces votemos por un cambio. Sacudámonos a los de siempre, volteemos a ver otras alternativas y probemos otras formas. Peor que como estamos no nos puede ir.
Vayamos a las urnas, votemos y hagamos de este ejercicio democrático el arma que les demuestre que ya estamos hartos. Que ya no nos engañan más. Es la única manera que tenemos los ciudadanos de hacer oír nuestra voz.