Así lo predijo, al menos, la clarividente búlgara Baba Vanga, quien aseguraba que en 2015 habría una guerra tecnológica que acabaría con el mundo tal como lo conocemos ahora. También decía que América Latina, la mitad de Europa y la mayor parte del sudeste asiático terminarían sumergidos por el avance de los océanos.
La mujer, que falleció en 1996 a los 85 años de edad, era ciega y alegaba que eso le daba la capacidad de desarrollar mejor sus sentidos y contactarse con seres invisibles que le otorgaban la información con la que elaboraba sus predicciones.
Según Vanga, el primer fin del mundo fue durante la época glacial, cuando se extinguieron los dinosaurios. En 2015, se produciría el «segundo fin». No sería la destrucción de la Tierra, sino que mutaría, tal como lo hizo hace millones de años.
Vanga precisaba en sus predicciones que 2015 comenzaría con una severa crisis económica que desataría conflictos entre países, que derivarían en una guerra tecnológica. Esto produciría, en primera instancia, cambios en las delimitaciones de las naciones, lo que conllevaría más conflicto, hasta llegar a la destrucción universal. A eso se sumaría un éxodo hacia América del Norte y Rusia por las inundaciones en el resto de los continentes.
Quizás los vaticinios de Vanga se cumplan tanto como la predicción maya de que el mundo acabaría en 2012. Pero lo cierto es que la mujer supo adivinar cuándo iba a quebrarse la Unión Europea, cuándo moriría Stalin e incluso cuándo le llegaría su propio turno de fallecer.
Hay quienes especulan que la batalla contra el avance terrorista en Siria e Irak podría conducir a un ataque a gran escala del Estado Islámico o que el derrumbe del precio del petróleo podría provocar una guerra económica.
Vanga también predijo que China se convertiría en potencia mundial en 2018 y que en 2023 la órbita terrestre experimentaría un cambio ligero.