Al director del periódico Noroeste de Sinaloa, Adrián López, lo asesinaron a balazos en abril de 2014. Las autoridades del Estado atribuyeron el suceso a un hecho fortuito no vinculado con su labor periodística, pero el medio acusó al Gobierno de cometer el ataque. En septiembre, la reportera del diario El Heraldo de León Karla Silva fue golpeada en la cabeza por un hombre que portaba una herramienta metálica mientras le advertía de que le “bajara de huevos” a sus noticias. Las autoridades establecieron que el jefe de policía municipal había ordenado la paliza. Miguel Sánchez, periodista de Veracruz, lleva más de 20 días desaparecido, después de publicar noticias sobre la inseguridad en su municipio, Medellín. Compaginaba su profesión con la de taxista para poder juntar el dinero suficiente.
Los anteriores son solo tres de los 219 ataques contra la prensa recogidos en la web Periodistas en Riesgo, un mapa de las agresiones en México impulsado por Freedom House y el Centro Internacional de Periodistas dentro del proyecto Mi México Transparente, que une a reporteros y ciudadanos «para registrar incidentes de criminalidad y corrupción» desde diciembre de 2012.
El nuevo sitio en Internet funciona como una base de datos donde se pueden consultar las cifras de agresiones filtradas por tipo y entidad. El mapa distingue entre agresiones físicas, psicológicas, digitales y legales, cada una con varias subcategorías. «Cualquier persona puede entrar y dejar la información de un ataque, pero esta no se hace pública hasta que es corroborada por los gestores de la página», ha explicado Celia Guerrero, coordinadora de la iniciativa y miembro de la organización Periodistas de a Pie.
Javier Garza, que codirige el proyecto, ha valorado este viernes durante su presentación que el mapa constituye una nueva herramienta para «generar análisis periódicos sobre las tendencias de agresiones a periodistas en el país». Además, permite conocer las dinámicas regionales cruzando tipos de agresión y lugares, con lo que ofrece al periodista un mejor diagnóstico de los riesgos a los que se enfrenta. Por último, la web incluye un apartado de apoyo legal y de seguridad para los reporteros que lo pudieran necesitar, con la asesoría de la organización Propuesta Cívica.
Los datos del mapa
El primer análisis identifica las agresiones físicas como la forma más común de violencia, con 143 casos, siendo los policías de los tres niveles de Gobierno (federal, estatal y municipal) los principales autores de los ataques (46). En 77 ocasiones la agresión física se dio durante una cobertura y en 27 de ellas hubo detenciones arbitrarias. Además se produjeron 13 secuestros.
El mapa de agresiones a periodistas y blogueros recoge en el mismo período 13 homicidios de profesionales de los medios, de los cuales, casi la mitad (seis), ocurrieron de mayo a octubre de 2014. Las cifras señalan «un recrudecimiento de la violencia», ha indicado Garza. Tamaulipas, en el noreste del país, es la entidad con más muertes, tres, incluida la de una tuitera que colaboraba con Valor por Tamaulipas, una cuenta que alertaba de los peligros en la región. Oaxaca y Sinaloa acumulan dos asesinatos y Veracruz, Coahuila, Puebla, Chihuahua, Guerrero y Zacatecas cuentan con una víctima cada una. En este tiempo hubo otros 13 ataques con armas de fuego o explosivos contra instalaciones de medios de comunicación.
Aunque en el Distrito Federal no se registran homicidios, sí es la entidad en la que se da el mayor número de agresiones, o, cuando menos, donde más se denuncian. Tan solo en el acto de toma de posesión del presidente el 1 de diciembre de 2012 hubo 15 ataques contra reporteros. Además, la mayor parte de las palizas y detenciones arbitrarias ocurrieron durante manifestaciones celebradas en la capital.
En sus conclusiones, el primer informe Periodistas en Riesgo destaca la “urgencia de que los cuerpos policiacos y militares cuenten con protocolos para respetar el trabajo de los medios de comunicación”. A la vez, indica que la prensa debe implementar sus propios mecanismos de seguridad en coberturas y en la publicación de información delicada, así como medidas de protección física en sus instalaciones.