Zacatecas, Zac.- Alfredo Femat Bañuelos, diputado petista llamó a reflexionar acerca del debate en el salario mínimo y los efectos que tiene uno de los ingresos más bajo en América Latina.
«No podemos ignorar lo que sucede en México, so pena de caer en una gran irresponsabilidad; mucho menos podemos actuar como si todo estuviera bien, como si no hubiera pobreza, como si no hubiera desigualdad, como si no prevaleciera la injusticia y la inseguridad, como si las tasas de crecimiento fueran las que queremos tener, como si la calidad del empleo es el que requiere nuestro país», expresó.
Es a partir de lo anterior que, atendiendo el momento que vive el país, ha tomado vigencia el debate respecto al salario mínimo y sus repercusiones económicas y sociales.
Es notorio que ha sido en el precio, cantidad y condiciones en que se desempeña la actividad laboral, donde se ha expresado con mayor amplitud el efecto corrosivo de la presente inestabilidad económica.
Actualmente, a pesar de las cifras triunfalistas, el desempleo sigue siendo elevado, con el agregado de que aquello que representaba una mayor posibilidad de movilidad social como lo es la preparación académica, se ha relacionado con las menores posibilidades de empleabilidad.
Según el INEGI, las personas con estudios de nivel medio superior y superior se mantienen como el principal grupo entre los desempleados. Al finalizar 2014 representaron 48.22 por ciento del total de mexicanos sin trabajo, superando con nueve puntos el registro de julio pasado.
A lo anterior habrá que agregar lo referente al despido de miles de empleados tanto del sector público como del privado, como lamentablemente se ha registrado recientemente en Zacatecas.
El salario mínimo de México, señala Juan Carlos Moreno-Brid, es de los más bajos en América Latina, como se le quiera medir. Para 2011 su monto fue de 112 dólares, similar al de Nicaragua y Bolivia (US $117), y equivalía a tan sólo la tercera parte del de Brasil, Chile, Uruguay o Ecuador. Era igual a 15 por ciento del PIB per cápita mexicano, la proporción más baja de casi toda América Latina y lejos del 30 por ciento correspondiente a Chile y Brasil y del casi 50 por ciento de Perú, Colombia y Costa Rica.
Recientemente Alfonso Navarrete Prida, titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social declaró: “En los últimos 30 años México ha tenido un crecimiento medio anual de 2.4 por ciento del PIB, así como una disminución anual de la productividad de 0.4 por ciento…”. Lo anterior indica que esa disminución alcanzó un 11.3%, mientras que los salarios mínimos reales cayeron, en ese periodo, un 70 por ciento.
A partir de lo anterior se percibe la falta de correlación entre la productividad y el salario mínimo real, siendo por tanto contrastantes, por lo que queda sin sustento lo planteado en el evento de instalación del Comité Nacional de Productividad, en el cual el Presidente de México señaló que es posible un incremento en los salarios reales si la productividad crece.
A lo anterior se puede agregar lo planteado por Luis Videgaray, Titular de Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en la presentación del Plan Nacional de Desarrollo, 2013-2018, donde planteó el crecimiento de la productividad como referente para elevar los salarios y la calidad de vida de las familias.
Femat dijo que este planteamiento no debe tomarse como una bandera política, sino como un llamado a la conciencia y al gran compromiso social que deben tener los diputado locales.