Hay una razón por la que los maestros y estudiantes de México se levantan en rebeldía, y tiene mucho que ver con las condiciones de vida de los pueblos empobrecidos.
Se le atribuye al célebre explorador científico Alexander Von Humboldt la frase: “La fortuna del Potosí no se debe a la riqueza de su mineral sino a la miseria de su gente”. Principio rector que se ha mantenido por más de doscientos años tras la visita del investigador alemán, y responsable último de los conflictos sociales que aquejan desde hace más de cien años a México, entre otros países latinoamericanos.
La patria del hombre más rico del mundo, Carlos Slim, está sin embargo entre los 10 países más pobres del continente a pesar de su enorme riqueza en recursos y capital humano. El mismo Slim, quien debe su fortuna a la dudosa privatización de la compañía de Teléfonos de México, aclaró en Ginebra, ante un foro de la ONU a quien le conviene la pobreza de México: “Yo creo que la gente que no tiene ingresos, que está marginada, que no está en la modernidad, que está en los niveles de pobreza, son convenientes para [los ] políticos”.
De entre las 32 entidades que forman la República Mexicana, Guerrero se caracteriza por ser un estado rico en recursos, cuenta con abundantes vetas minerales y trabajadores expertos en ellas, destacándose la plata de Taxco como un producto de calidad internacional; además de recursos forestales y agrícolas de la región que el mismo Humboldt clasificó como “la del mejor clima posible” y una extensa costa con potencial pesquero y el comercio marítimo de Acapulco, uno de los puertos de mayor importancia del Pacífico Americano.
Sin embargo, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), Guerrero es el segundo estado más pobre del país, tan solo abajo de Chiapas y ligeramente arriba de Oaxaca. El 67.4 por ciento de su población vive bajo la línea de pobreza. Una constante que no ha cambiado en los últimos años, durante los cuales México ha sido el único país de América Latina en el cual el índice de pobreza ha aumentado, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Guerrero tiene entre sus 81 municipios al que es tristemente célebre por ser el más pobre de la república, en Cochoapa el Grande el 86 por ciento de su población percibe menos de dos salarios mínimos (67 pesos, 4.9 dólares diarios); el 76 por ciento de los mayores de 15 años son analfabetos, y el 99 por ciento no cuenta con servicios de salud. El 94 por ciento de los hogares no tiene baño ni drenaje.
Mientras, cada uno de los 81 municipios del estado recibe una fracción de recursos para la federación, 8 mil 131 millones de pesos en 2014. Los alcaldes y cabildos son, literalmente, los dueños de ese dinero ante la desinformación de una población a la que se le niega la educación y la participación política, y entre la cual las organizaciones sociales son rápidamente señaladas como sediciosas o “guerrilleras” para desprestigiarlas.
La lucha contra el poder en el sur de México no es nueva, en los albores del siglo el puerto de Acapulco vió a Juan Escudero organizar estibadores y colectores en sindicatos para exigir un salario mínimo y reducir el despojo que los comerciantes hacían de los bienes del pueblo, fue asesinado junto con sus dos hermanos. Sesenta años después Lucio Cabañas, maestro rural como los estudiantes de Ayotzinapa, “descubrió que era imposible educar a niños que no podían comer”, como escribiera Juan Villoro, y tomó las armas en la sierra Guerrerense hasta que fue ultimado por las fuerzas del gobierno en 1974.
Aguas Blancas en 1995, la primera masacre televisada en Guerrero, fue también un ataque del gobierno sobre la sociedad civil.
En 1995 la televisión nacional Mexicana transmitió por vez primera imágenes de un grupo de campesinos que a bordo de un camión de carga se aproximaron a un retén de policía para ser masacrados a sangre fría. Los miembros de la Organización Campesina de la Sierra Sur iban desarmados y fueron llamados “nido de guerrilleros”, intentando desacreditarlos de la misma manera que se había hecho siempre, pero una de las primeras grabaciones amateurs en llegar a los noticieros nacionales manchó para siempre la imagen del gobierno del priista Rubén Figueroa quien dimitió para cederle el estado al también priista Ángel Aguirre.
Dieciséis años después, en 2011, un grupo de policías asesinó dos estudiantes de la normal de Ayotzinapa que se manifestaban sobre la carretera federal llamada “autopista del Sol”. En ese entonces también hubo una gran maquinaria mediática para convencer al público de que los estudiantes eran vándalos, solo que ahora el gobernador, de nuevo Ángel Aguirre, ostentaba los colores de otro partido, el centroizquierdista PRD. Aguirre renunció al cargo, al igual que Figueroa, tras la muerte de seis personas y desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.
Hay un patrón que se repite con cierta frecuencia en los movimientos sociales en la República Mexicana, ante la miseria impuestas al pueblo por un sistema político corrupto que aprovecha la pobreza del pueblo para su propio beneficio se levanta la educación. Los 43 de Ayotzinapa son solo una continuación de una tendencia establecida desde principios de siglo en la cual de las filas del magistrado nacen luchadores sociales. Son los maestros de la sección 22 los que se levantan en Oaxaca contra la represión en 2006, maestros son Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, el mismo subcomandante Marcos del ejército Zapatista es maestro universitario antes de entrar en clandestinidad, para ser maestros estudian los estudiantes de Ayotzinapa, como confirmando las palabras del educador brasileño Paulo Freire: La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo.
Telesur/AP