Por Andrés Vera Díaz – PM
Zacatecas, Zac.- La marcha del 12 de noviembre en la ciudad de Zacatecas demostró entre otras cosas, el grado de civilidad y claridad informativa que poseen muchos de nuestros jóvenes universitarios.
El pliego petitorio donde exigen una postura clara tanto de los poderes ejecutivo y legislativo hacia la desaparición de los cuarenta y tres normalistas, además del cese de la violencia institucionalizada manifiesta que hay analistas, no tan sólo partidocráticos, académicos consolidados o en los grandes medios. Los estudiantes se informan, obviamente no en Televisa o TV Azteca, si así lo hicieran sufrirían las consecuencias de la siniestra desinformación.
Lo señaló alguna vez Salvador Allende «Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica». La base para en primera instancia recurrir a una revolución pragmática es la ideológica. Esta se basa en la obtención, calidad y veracidad de la información que sostenga de manera firme condiciones sustanciales a la nueva forma de pensar y actuar.
En este sentido, los medios de comunicación masivos juegan un papel relevante. En la actualidad el internet es la herramienta que ha permitido accesar a la comunicación efectiva que promueve en la juventud consciente y con visión a futuro un cambio en la estructura mental radical en comparación con aquellos que pasmados por la indolencia aderezada por la conveniencia politiquera aún ven telenovelas y olvidan por dos horas, cuando juega la selección mexicana, la descompuesta realidad de este país.
Algunos medios, con el pretexto vil de que «esto es un negocio» como me dijera alguna vez en una charla de café, el dueño mayoritario de La Jornada Zacatecas, utilizan su foro para jugar a la diversidad informativa con base a los convenios gubernamentales que en el caso de la administración estatal, asciende a los 800 mil pesos mensuales a cambio de publicar la información oficial y que «no haya tanto golpeteo». Para equilibrar «al negocio», se realizan foros culturales o de análisis -dicho sea de paso, útiles para ampliar perspectivas – que sirven para dar voz a una supuesta visión de congruencia política que marca el sello de La Jornada como un medio «izquierdoso».
No cabe duda que este medio con franquicia en Zacatecas, es uno de los más importantes en el estado y ha dado foro a las expresiones del movimiento estudiantil de hartazgo que nació por la desaparición de los cuarenta y tres normalistas. Realiza La Jornada Zacatecas transmisiones por internet, promueven presentaciones de libros, dan entrevistas libres y otras a modo a personajes que emiten opiniones de trascendencia, no considero sean la justificación para o promover materialmente con doble moral las marchas estudiantiles ni mucho menos hacerse publicidad, puesto que, en cualquier caso: se prostituye la libertad de pensamiento, se condiciona el derecho de los demás medios de proponer alternativas informativas al coptar en el pensamiento general de los jóvenes que sólo un medio de comunicación apoya la causa.
¿A dónde va todo esto?, una simple explicación a la par de una simple pregunta deben ser motivo suficiente para que el socio mayoritario y quien abandera públicamente al diario conteste de forma certera. Varios manifestantes, no solamente la familia Cárdenas, marcharon exhibiendo playeras representativas de una vistosa portada negra con el número 43 que publicara el medio, justo el día 43 después de la desaparición de los normalistas con el logo del diario en la misma prenda; además, carteles con el ícono de la marca. La pregunta para Raymundo Cárdenas es ¿porqué?. La respuesta no se justifica en los primeros párrafos de este texto. El cuestionamiento es simple pero con infinita profundidad, desde una corriente visión mercadotécnica, una implicación política puesto que los Cárdenas comulgan con el partido Movimiento de Regeneración Nacional o los mensajes mediáticos para mantener el convenio con el gobierno estatal.
¿Porque exhibir una marca en una protesta que no abandera desde los jóvenes partidismos vulgares o apoyos informativos específicos?. El propio Raymundo Cárdenas marchó con su playera y su cartel. Un expolítico que en tiempos de Ricardo Monreal Ávila como gobernador, reprimió manifestaciones de normalistas por órdenes del entonces presidente Ernesto Zedillo. Las ideologías pueden cambiar por las circunstancias eso es indudable y para la muestra lo que sucede actualmente; pero, un empresario que recibe del oficialismo más de 800 mil pesos mensuales, que lucra en compañía de otras marcas promoviendo libros, eventos, y se publicita en una marcha, ¿qué tiene de izquierdista y popular?`. ¿Alguna vez ha comido frijoles de fogón en una casa de paja?. ¿alguna ocasión ha dormido en el piso en un cartón desayunando arroz rancio?. ¿Alguna vez ha tenido que vestir la misma ropa durante días porque no hay con que ni donde lavar?.
Esas experiencias no sólo acercan al pueblo, lo comprendes.; no se vive la realidad mexicana sentado todo el día bebiendo café en un restaurante elegante y marchando de vez en cuando, peor aún , publicitando una marca. Esas vivencias cotidianas, esa forma de vida de miles, millones de gentes en pobreza extrema que en realidad ya está harta, esa gente que manda a estudiar a sus hijos a las escuelas normales porque desean un futuro sin decadencia.
Estas líneas nada tiene que ver con la gente que trabaja ahí, ni con La Jornada a nivel nacional, sino con el actuar del dueño. No es contra ni la propia persona, es contra ese ego exacerbado que se alimenta con carteles en marchas.
La respuesta no podrá ser «la gente se puso su playera, tomó su cartel y salió a manifestarse». No, no puede ser así. Sería la típica respuesta politiquera para lavarse las manos. De eso también estamos hartos.
Desde aquí lanzo un reto a cualquiera de los Cárdenas, «Una semana de sobrevivencia en una casa de cartón en una colonia marginada, sin internet, sin automóvil, sin luz, sin agua, sin gas; si lo encuentran extremo, una semana en la escuela Normal de San Marcos». Claro que no uno sólo, yo también lo haría.
Espero respuesta. Tal vez no lo hagan, me consideren un simple periodista de una página más en Zacatecas. Puede ser, la diferencia que yo no prostituyo la indignación social, por ese simple hecho, hay valor en mi trabajo.
Ojalá La Jornada Zacatecas no se convierta en una mera empresa al más puro funcionamiento del capitalismo salvaje.