Por Diputado Juan Carlos Regis
El tema del Estado de Guerrero, es en este momento, una de las asignaturas de la agenda nacional más importantes y trascendentales de la presente coyuntura política. Es un tema que como ciudadanos indigna y duele. Duele como sociedad y como país.
El ataque, muerte de tres alumnos de la normal, seis heridos y desaparición de 43 los alumnos de Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, del Estado de Guerrero ,quedara como uno de los episodios nacionales más tristes y vergonzantes de nuestra historia moderna.
Las escuelas normales rurales en México nacieron al calor de la Revolución Mexicana de 1910, estos centros supusieron en las primeras décadas del siglo XX, un formidable mecanismo en la lucha contra el analfabetismo, además representaron una oportunidad de movilidad social a este México marginado y pobre. Las escuelas normales rurales son una oportunidad para que cientos de alumnos de muy escasos recursos tengan la oportunidad de integrarse a una vida laboral. Aquí tenemos una escuela normal rural heredera de esa tradición posrevolucionaria. La escuela rural de San Marcos, misma que fue fundada en Rio Grande, Zacatecas, por el líder agrario Alfonso Medina Castañeda, y posteriormente trasladada al Municipio de Loreto, donde se le cambia su nombre por el del gral. Matías Ramos, pero no se le cambio su esencia.
Por las condiciones y los fines sociales de estas instituciones educativas, este hecho no puede generar apatía, indiferencia, o bien omisiones. Muestra de ello, es la indignación nacional e internacional que se está viviendo en este momento: las marchas nacionales de solidaridad, la reactivación del movimiento estudiantil a nivel nacional, ayer estaban en paro las instituciones públicas de más tradición en México, la UNAM y IPN entre otras, la llegada de cientos de normalistas de varias partes de país a guerrero para solidarizarse con las familias y marchar para exigir justicia. Aquí los paros escalonados de la UAZ, IPN, Normal Manuel Ávila Camacho, Matías Ramos, Colegio de Bachilleres, entre otras instituciones educativas estatales.
En este momento de indignación nacional, nosotros percibimos que la comunidad política ha sido superada por la realidad de Iguala, Guerrero y Tlatlaya en el Estado México, vemos con preocupación cómo el primer tercio del sexenio de Enrique peña Nieto, dista mucho de ser “un México en Movimiento”.
Estos últimos acontecimientos, hacen que se perciba por todo el territorio nacional un sentimiento de zozobra e intranquilidad. La incertidumbre generada por la inseguridad y la impunidad por la falta de castigo rápido y ejemplar, a los culpables genera más desafección institucional, aumenta las sospechas, y hace que la especulación genere más desconfianza de complicidad de las autoridades locales.
Iguala es un ejemplo nacional, que demuestra como: “la falta de mecanismos constitucionales de control y de un federalismo rebasado,” de los gobiernos locales en sus formas de interrelación con los ciudadanos y con el gobierno federal, queda evidenciado la ineficacia, la ineptitud, la corrupción y el vacío de autoridad o bien digámoslo claro. “la ausencia de estado”.
Además de la falta de controles y contrapesos al poder de los gobernadores, que tiene controlados, sometidos a los otros poderes, y esta ha sido la práctica cultural en nuestro sistema político, y ahí están las consecuencias. La vulnerabilidad de las instituciones y la corrupción de algunos políticos al amparo del poder, colocan a los ciudadanos en el peor de los escenarios.
En momentos así, la sociedad no quiere escuchar demagogia, menos freses o refranes armados de la filosófica del éxito. Es momento de volver a lo básico, ética política y responsabilidad jurídica.
Desde tribuna y como ciudadano solicitamos, que el C. Ángel Eladio Aguirre, Gobernador Constitucional de Guerrero y al C. Presidente Enrique peña Nieto, consideren su permanecía en el gobierno, dado que ya no es un elemento de armonía y cohesión social, su presencia es un factor de desconfianza en el proceso de investigación. En el caso del presidente en este primer tercio ha fallado en su principal promesa de campaña, la seguridad del país, su estrategia nacional, ha fallado al igual que Felipe Calderón, solo que ahora, hay riesgos sociales y económicos para la nación. Esta es una demanda social valida y justa, que recorre el país.
Lo sucedido en iguala, representa un fuerte golpe a la credibilidad, de las dinámicas de selección que emplean las dirigencias partidistas en la elección de candidatos, ahí está el caso de Guerreo y Michoacán, estos son ejemplos visibles de ello, por otro lado, también se cuestiona los mecanismos de inteligencia del Estado, que pareciera, que no existen frente a las dinámicas de corrupción política.
Al respecto de esto último, el experto en temas de seguridad nacional, “Edgardo Buscaglia”, comento que estos son signos de que el Estado Mexicano. Colapsa.
Como sociedad política no podemos ser omisos, omitir también es complicidad.