Por Andrés Vera Díaz
Zacatecas, Zac.- El Gobernador Miguel Alonso Reyes acudió a la corrida de toros que se organiza en honor al Aniversario de la Ciudad.
El mandatario estuvo acompañado por el Gobernador de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú; el empresario zacatecano, José Aguirre; el alcalde capitalino, Carlos Peña Badillo; el Presidente de Fresnillo, Benjamín Medrano Quezada; y el Presidente de Guadalupe, Roberto Luévano Ruiz.
Además, estuvieron el Presidente estatal del PRI, José Olvera Acevedo; el Diputado Federal, Adolfo Bonilla Gómez; el Senador, Alejandro Tello Cristerna; la Secretaria de Economía, Patricia Salinas Alatorre; el Secretario de Turismo, Pedro Inguanzo González y el Secretario de la Función Pública, Guillermo Huizar Carranza.
De manera irónica, existe una Ley que prohibe el espectáculo circense con animales para contrarrestar el maltrato hacia estos seres vivos. La Ley que fue promovida por la diputada Susana Rodríguez Márquez del Partido Verde Ecologista , partido político aliado del Partido Revolucionario Institucional del cual es perteneciente el gobernador, contraviene la afición sádica de los funcionarios y de Alonso Reyes que asisten a este tipo de espectáculos justificados en forma de arte.
Según la definición de espectáculo circense: «Un circo es un espectáculo artístico, normalmente itinerante, que puede incluir a acróbatas, payasos, magos, tragafuegos, adiestradores de animales y otros artistas. Es presentado en el interior de un recinto que cuenta con pistas y galerías de asientos para el público. Las pistas de los circos suelen ser áreas circulares donde se presentan las funciones».
De tal forma, que las corridas de toros pueden enmarcarse perfectamente dentro de la Ley que prohibe el maltrato animal en los circos.
Sin embargo, al ser ésta una afición del gobernador, la Ley no contempló la prohibición de este evento, ni de las peleas de gallos ni las charreadas.
La Ley se aprobó el pasado 27 de mayo con 26 votos a favor, cero en contra y sin abstenciones, por parte de los diputados. Se prohíbió su uso en los circos que se instalen en territorio estatal.
Haciendo referencia a grandes espectáculos, como el Cirque du soleil, que no utiliza animales, Rodríguez Márquez, del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), se manifestó a favor de que sólo participen personas.
La priísta Claudia Anaya Mota expuso que se deben reforzar las leyes para que los circos no pierdan sus ingresos por cesar el uso de animales.
En la sesión del día mencionado, la panista María Guadalupe Medina Padilla cuestionó a Calderón Galván sobre las corridas de toros y peleas de gallos, a lo que él respondió que momentáneamente está descartado prohibir dichos espectáculos debido a las condiciones culturales.
Soledad Luévano Cantú, diputada por Movimiento Ciudadano (MC), pidió retomar iniciativas para la protección de animales relativas a las peleas de gallos y corridas de toros.
Ofelia Hernández Reyes, representante de la Asociación Pro Ayuda al Animal Maltratado, pidió que se revoque el título de Patrimonio Cultural Inmaterial que la Legislatura otorgó a las corridas de toros y las peleas de gallos.
Expuso que apoyaban la iniciativa que se discutía en la sesión ordinaria de ese día pero también era necesario prohibir las corridas de toros y peleas de gallos “porque estamos cansados de que nuestros gobernantes y diputados no hagan otra cosa más que fomentar el maltrato animal”.
Hernández Reyes, relacionó ese tema con el bullying, porque “un niño que agrede o que ve cómo agreden a un animal y lo ve de forma natural, fácilmente puede agredir a un compañero o ver de forma normal que agredan a otra persona, porque ya se han hecho insensibles”.
¿Arte o sadismo?
Las corridas de toros son un espectáculo bochornoso en tres actos, de unos veinte minutos de duración, que escenifica la falsa superioridad y la fascinación enfermiza con la sangre y la carne de la que se alimentan, contra toda lógica ética y humana, quienes creen tener un derecho divino a disponer a su antojo de la vida de otros seres sensibles, llegando incluso a justificar y trivializar la muerte del toro como arte y diversión; un comportamiento patológico que nace de una incapacidad para afrontar el dolor de las víctimas y una morbosidad irrefrenable ante la posibilidad de ser testigo directo de alguna cornada, o de la muerte del matador; un riesgo fortuito, infrecuente (un torero por cada 40.000 toros sacrificados), y sobre todo evitable que, sin embargo, incrementa el carácter macabro de la corrida.
Una caridad cruel e insolidaria
Igual que los carniceros y las guerras, las corridas de toros tienen mala imagen, y no es fácil presentar la muerte como arte, comida o libertad. Pero si el requisito para un festín es la matanza de un animal, y los tiros son los precursores de la libertad, quienes se lucran fomentando la diversión a costa de la vida animal también necesitan justificar y enfocar la atención de los consumidores y usuarios en la supuesta utilidad de sus productos y servicios apoyando obras de interés social; por ejemplo, a través de una corrida de beneficencia, un acto aberrante e insolidario que, sin embargo, puede servir de reclamo al tranquilizar algunas conciencias, sobre todo si el baño de sangre beneficia.