Por Andrés Vera Díaz
La cargada a la senadora Verónica Díaz para extender la percepción de cierre de filas y un ungimiento, resulta distópico para una gran cantidad de morenistas. La definición explícita del gobernador David Monreal ha requerido del llamado a lealtades y exposición de incondicionales al proyecto.
Hasta el momento, las efervescencias no se han visto reflejadas en pro de personalidades ni grupos y eso motiva a la reflexión de que no hay una comunión. Claro, ante tanto aspirante y aspiranta, lo idóneo es mantener una posición reservada ante la indefinición meramente partidista.
Todos los grupos hacen su chamba, en la construcción de una legitimidad forzada y otros con mayor naturalidad pero sin ansias. Sin embargo, las respuestas llevan una connotación que intenta prevenir una escalada de favoritismos en la percepción y en la retórica de “es tiempo de las mujeres”.
Además, bajo la lógica de que otros cuadros femeninos tienen cargo en el gobierno estatal, preferible lanzar a quien no carga con ese condicionamiento de responder o irse. Por tal motivo, la figura de la diputada federal Julia Olguín aparece como alternativa ricardista al explosivo mensaje de que “Vero va”. Los tiempos parecerían acotar el lanzamiento de la legisladora, pues ya surge la versión de adelantar más aún las encuestas definitorias para ungir a la o el candidato rumbo al 2027.
Ya lo había adelantado columnas atrás, el plan desde Palacio Nacional era aplicar dos por lo menos con seis o menos meses de lapso para dar una especie de contrapunteo de las mismas, la idea sigue vigente pero existe la intención de adelantarlo más. Las crecientes disputas internas en Morena de cara a las elecciones estatales de 2027 han obligado a la élite morenista a modificar su calendario. El círculo cercano a la Presidencia está considerando adelantar la realización de las encuestas decisivas para definir las candidaturas a gobernador, moviéndolas del verano 2025 al próximo mes de marzo.
El principal motor de este cambio de planes es la urgente necesidad de implementar un «operativo cicatriz» a tiempo. El Gobierno busca prevenir que los aspirantes no seleccionados deserten a otras agrupaciones políticas, intentando asegurar su permanencia mediante la negociación de acuerdos que incluyan posiciones en diputaciones federales, curules locales o alcaldías.
Otro objetivo fundamental es contener los enfrentamientos internos que están dañando la imagen del partido oficialista. Estos conflictos no solo socavan la marca Morena, sino que también generan escándalos que resultan ventajosos para la oposición. La actual hegemonía de Morena y la debilidad de la oposición han desatado una proliferación de proyectos personales que, en la práctica, se manifiestan de forma perjudicial.
A la Administración Federal le inquieta que una contienda interna prolongada y sin cuartel por las nominaciones se traduzca en una búsqueda desesperada y desordenada de financiamiento, redirección de bases e inclusive, la pérdida de mayoría en la Cámara de Senadores. Así pues, buscan imponer orden y evitar riesgos, acelerando la selección de candidatos para minimizar el tiempo de confrontación, negociar la unidad y reducir la exposición a escándalos de corrupción y proselitismo que beneficien a sus rivales o escalen.
Por tales razones y previendo que exista aún más una cargada a favor de Verónica Díaz, la proyección de Julia pretende emitir un mensaje a las bases ricardistas, que han tenido que acatar y redireccionar sus luces para otorgarle plusvalía a la ex delegada de programas. La presión que ejercerá David para que se sigle la candidatura a mujer es más que evidente y en realidad es la única opción que tienen, no han catapultado hombre, porque entre sus cuadros francamente no hay quien pudo haber ocupado la posición de “legitimar” la aspiración de la Senadora, como se usa frecuentemente.
El ricardismo es el único grupo que presenta dos aspirantes dependiendo del género. Rodrigo Reyes y Julia Olguín. En cambio, el frente antimonrealista que aún tibiamente fomentan Narro, Mejía y Ramírez Cuellar tampoco se preocuparon por generar la alternativa femenina y es un aspecto que podrían terminar lamentando en el hipotético escenario.
Sin embargo, apuestan a que en el contexto general, de las 17 candidaturas donde habrá elecciones, los más competitivos sean para mujeres, por lo menos en las primeras nueve entidades, así, por equidad, las siguientes 8 ó 9 tengan consideración masculina. Invariablemente, Morena ganará la elección en 2027, la pregunta es, ¿cuál Morena?
