Por Andrés Vera Díaz
La reforma electoral que ahora plantea la presidenta Claudia Sheinbaum es la continuación de una propuesta que en sus puntos centrales es parecida a la que ideara Andrés Manuel López Obrador, pero con la singularidad de echar raíces en prohibir el nepotismo y la no reelección en las modificaciones aprobadas ya este año.
Pese a que ambas aplicarán a partir del 2030 y sí, con verdadera dedicatoria, marca un referente para minar cacicazgos políticos, además de establecer una dinámica de renovación constante para evitar la eternización de camarillas, así como a caudillos regionales y federales.
La reforma inicial prohíbe la reelección inmediata en la Constitución mexicana para los cargos de diputaciones federales, senadurías, Presidencia de la República, gobernaturas, diputaciones locales, presidencias municipales, regidurías, sindicaturas, jefatura de gobierno, alcaldías y concejalías.
Además, indica que las personas senadoras y diputadas suplentes podrán ser electas para el período inmediato con el carácter de propietarias, siempre que no hubieren estado en ejercicio; pero las personas senadoras y diputadas propietarias no podrán ser electas para el período inmediato con el carácter de suplentes.
En este sentido, Ricardo, jefe máximo del monrealismo tendría los días contados, pese a que en San Lázaro se «pateó el bote» para que tanto el nepotismo como la reelección apliquen desde 2030, Morena ha puesto como partido los candados respectivos. Así, ya sin la posibilidad de accesar a continuar como legislador de la Cámara Baja, contexto en el que se enmarca la sucesión gubernamental en Zacatecas, el ex gobernador tendría que esperar hasta 2030 para pelear por una senaduría dentro del partido guinda, a menos que busque por el Verde o PT obtener el cargo de diputado y con la premisa de coordinar una bancada.
Así, la prejubilación anunciada por el propio Monreal, manifiesta que el estrechamiento de posibilidades lo marginarán de continuar en el escenario público con cargo de elección popular. Aunado a la propuesta de eliminación de plurinominales, Ricardo tendría que competir de mayoría por el espacio, pero bajo una alianza o partido que no lleve los colores tintos en su logo.
Así pues, a partir del 2027, el monrealismo tendrá que buscar un sucesor en el liderazgo de la marca desde la silla de un cargo popular, Ricardo seguirá siendo el líder vitalicio, pero requerirá sin duda de su relevo y tendrá que ser, un espacio importante que le permita mantener fichas de negociación y cierta influencia.
Seguramente posicionará en 2027 y 2030 a perfiles de su seno en San Lázaro, pero poco probable que coordinen los grupos parlamentarios en medio del sexenio de Sheinbaum y en la antesala de su culminación, porque si Ricardo se baja desde ahora, seguramente los propios impulsados por la presidenta no tendrán la sintonía de otorgarle un plus relevante.
Entonces, mantener a Zacatecas en la canasta del poder es prioritario, de ahí que las piezas deban moverse hacia planos que emitan la posibilidad. El escenario no es menor como bastión del monrealismo, por tal motivo es pertinente para el grupo político impulsar sucesores que encabecen el mantenimiento de las estructuras de poder.
El reciente espaldarazo a Rodrigo Reyes Mugüerza, secretario general de Gobierno de Zacatecas tiene esa tonalidad. Con muchos calificativos lo ascendió al plano de posicionarse como una de las cartas atractivas para suceder a David.
Elogiando el carácter brillante y joven de Rodrigo, Ricardo abre la baraja de posibilidades respecto a que sea un cuadro íntegro el que lleve la batuta para el 2027 por Morena. Saúl está impedido por las anexiones a las directrices del partido en cuestión de nepotismo electoral, pero tampoco es que se quede fuera d ela jugada per se. Prospectar ser el ungido en una alianza hipotética entre el Verde y el PT también le abre las puertas. Ricardo no ha sido explícito en cuánto al menor de los Monreal, porque sería evidentemente, manifestar ya un rompimiento tácito bajo tal hipótesis.
En dado caso, tal vez hasta dos candidatos emanados de dicha fuerza política podrían competir para la gubernatura, asegurando una competencia que mine las aspiraciones de la oposición, y la interna en Morena. El abanico de probabilidades extiende otra razón. Que sea Alfonso Ramírez Cuellar o Ulises Mejía el abanderado de Morena, sin duda promovería una ruptura guinda y hasta la alianza de «Juntos Hacemos Historia».
Que Ricardo se quede sin posición en el 2027 no significa que el monrealismo esté muerto, pero ante las señales que emiten la sensación de irlo relegando por las animadversiones contra los planes políticos – legislativos de la presidenta Sheinbaum, el fresnillense deberá negociar «la salida digna», y en el «checkout», invariablemente Zacatecas se pondrá sobre la mesa.















