Por Andrés Vera Díaz
Ya hace tres semanas que el senador Saúl Monreal abrió de par en par una crítica que sonó radical, fuerte, explosiva. Fue una especie de catarsis colectiva pero con mayor legitimidad, pues proviene desde las propias siglas y apellido.
En el seno de la Morena sectaria, provocó un disgusto enorme que promovió un desliz interesante de cara a próximas definiciones. Si bien aún es temprano pues falta más de un año para fijar la candidatura y el género, el momento llega con oportunidad a ir buscando opciones.
Saúl dijo lo que todo mundo quiere decir pero que ni la propia oposición partidista se atreve a manifestar de manera explícita. Así, inician reconfiguraciones y hasta la búsqueda de opciones que no encarnen las alusiones de Saúl.
La baraja de opciones se va reduciendo en ciertos sectores y algunas que eran nombradas entre pasillos ya han salido de la jugada, por el otro lado, ascienden propuestas.
La senadora Verónica Diaz sigue vigente, pero sus adeptos están únicamente confiados en la estructura de servidores de la nación y han depositado bajo el condicionamiento de «servir» o irse, el apoyo a las pretensiones de la carta preferida de David.
Los señalamientos de Saúl emitieron un severo mensaje que aperturó un espectro más amplio. Ahora, ya hay estructuras que comienzan a identificar posibles escenarios en pos de que «cualquiera», menos la ungida.
El tono de confrontación bajó en lo público, pero no en lo privado, a tal grado que el propio gobernador ha dado manga ancha para que quienes aspiren pueda ir construyendo su estructura, pero ya en equilibrio, es decir, no hay una preferencia manifiesta como se había dado en meses anteriores dónde la orden era ir amarrando filas a favor de.
David no quiere extender fuegos internos, pues al final del día, entiende que el manotazo puede provocarle un transfuguismo enorme que sea capitalizado por otros partidos -o expresiones- y entregue desde el Congreso local y hasta la gubernatura a la oposición, cuestión imperdonable en las altas esferas de Morena y Palacio Nacional.
La clásica lógica de que se construyan nichos y luego se endosen no cabrá en esta ocasión, si es la ex delegada, medio Morena se irá hacia la opción que más consense, ya sea un eventual candidat@ por PT-PVEM, PT de forma unitaria, MC o inclusive, PRI-PAN si es que Miguel Varela no encabeza la candidatura. Por lo menos así me lo han manifestado una gran cantidad de políticos, entre diputados locales, federales, senador@s y funcionarios.
Esa si es la lógica que se extiende fuera de las murallas de Palacio de Gobierno, pues resulta un contrasentido delegar la batuta a la misma dinámica de exclusión y sectarismo que se ha reflejado en los últimos cuatro años.
Las fidelidades se han removido hacia la institucionalización, pero ya no hacia personalismos rígidos. En este sentido, los nombres de Rodrigo Reyes y Susana Barragán comienzan a poseer mayor presencia y cautela, pues todavía el riesgo de coptaciones o amenazas se ciernen en el horizonte; sin embargo, esa ha sido consecuencia directa de posturas dictatoriales.
Solo basta observar como otroras miembras del grupo político sectario se han abierto en capa y espada. Casos como Gabriela Pinedo y Roxana Muñoz ejemplifican las consecuencias de un ideario fuera de toda proporción.
Pero además de ellas, con la postura de Saúl Monreal, las alternativas a una imposición se han consolidado hasta en otras corrientes como el «Ulisismo» y el «Alfonsismo». Es que todo mundo puede capitalizar, menos el sectarismo cada día más desgastado y evidenciado, cuyo desvanecimiento hasta en la misma Casa de los Perros, es notoria.
Curioso resulta que en el PAN estén enseñando el mismo cobre. Una parcialidad que va demeritando por sí misma la alianza con el PRI. Varela y compañía -hasta sus plumas-, intentan construir la narrativa de que el tricolor lleva un singular acuerdo de facto con el oficialismo, como deseando un deslinde de con quienes la alianza se instauró desde Salinas de Gortari hasta la fecha. En Zacatecas, si bien en algunos momentos jugaron a ser oposición en el gobierno de Miguel Alonso, al final siempre terminan alineados. Ese puritanismo falso que ahora pretenden extender, es solamente el primer clavo a su ataúd, pero no nos entretengamos, dejémosles ser.
