Por Ricardo Arteaga Anaya
La violencia en nuestro país ha alcanzado porcentajes alarmantes que en lugar de disminuir han ido en aumento año tras año desde que se implementaron políticas frontales para buscar disminuirla sin lograrlo. Desde el momento en el que el gobierno mexicano con el respaldo y presión del gobierno estadounidense declararon la guerra contra el narcotráfico por el supuesto homicidio del agente de la DEA Camarena a manos del narco, desataron un incremento gradual año con año en los porcentajes de la violencia.
Sin embargo, quienes crecimos en los años 90 sabemos que no fue hasta el sexenio de Felipe Calderón en el que la inseguridad como hoy la conocemos, tuvo su origen. En medio de la creciente violencia en lo que va del año, el Presidente Obrador ha señalado que esta violencia es lo que los gobiernos neoliberales nos han heredado, su apreciación es correcta, las políticas emanadas del neoliberalismo han generado un incremento en la violencia.
Las políticas de este modelo económico se caracterizaron por haber incrementado la desigualdad en nuestro país, la pobreza se mantuvo en proporción al crecimiento poblacional, la corrupción trajo impunidad y por ende injusticia, nuestras instituciones perdieron su objetividad y se convirtieron en herramientas para proporcionar protección a criminales, trayendo consigo la descomposición del tejido social al grado que hoy conocemos.
Entender el origen de la violencia no debe ser visto con la finalidad de deslindarse de la responsabilidad que tiene la ahora administración de disminuirla, sino de comprender lo que la ha originado para analizar las acciones y las políticas sociales que se implementan y así percatarse si lograran impactar en los índices de violencia. La exigencia de que esta disminuya siempre debe estar presente en todos y cada uno de los ciudadanos.
La flaca oposición no ha logrado consolidarse como un proyecto opositor al gobierno y al gran respaldo del Presidente, sus intentos por lograrlo los han orillado a caer en la inmoralidad de lucrar con la crisis que ellos mismos y sus representantes han ocasionado durante años.
El homicidio de una menor se ha convertido en noticia nacional, algo que debe ser visto como justicia para los miles de casos de niños, mujeres y hombres asesinados diariamente y cuya muerte no es ni siquiera expuesta a luz por ningún medio de comunicación, el hecho de haber sucedido en una ciudad en la que gobierna morena ha logrado exponer este y muchos casos más de abusos y homicidios.
La oposición, mágicamente, se ha convertido en humanista y empática con las mujeres víctimas de violencia, inmoralmente intentan usar una bandera de una causa justa y noble que busca justicia y un cese a la violencia en contra de las mujeres, para convertirla en una bandera política para atacar al presidente y al proyecto que representa. Usan tragedias y crisis consecuencia de los gobiernos que ellos encabezaron y cuyo impacto continuará hasta que no logren atacarse directamente los problemas que la generaron como la pobreza, la corrupción, la impunidad y una larga lista que aporta a la descomposición del tejido social.