Por Saúl Monreal
Antes de comenzar, debe quedar en claro que el equipo monrealista no reconoce de ninguna manera a Alejandro Tello como gobernador constitucional del estado de Zacatecas, ni a sus mapaches electorales que ahora pretenden apoderarse de la Legislatura y ayuntamientos. Se podrían enlistar un sinfín de motivos para sostener nuestro repudio al Frankenstein de Alonso, pero la gota que (para colmo) derramó el vaso es la monstruosa y además cínica compra de una gubernatura a costa de la dignidad del pueblo zacatecano.
Es verdaderamente lamentable que una hechura de político improvisado, como lo es el Frankenstein de Alonso, que sin tener la más mínima capacidad e idea de cómo dirigir un Estado, se haya prestado para fungir como una vil mercancía (de la más barata) para intentar sobornar las voluntades que el pasado 5 de junio salieron a ejercer su voto. Más preocupante es que la intimidación, la compra de votos, la denostación y la corrupción fueran sus principales estrategias y aun así pretenda (en un verdadero acto de cinismo puro) afirmar que la honestidad será el sello de la próxima administración.
Tan lastimado está el tejido social, luego de uno de los procesos electorales más sucios que ha tenido Zacatecas que, como lo mencionan en cualquier toma de protesta, será el mismo pueblo quien demande al PRI Gobierno y apunte las porquerías que, a vista de todos, hicieron para robar la elección. Una cosa es segura, donde ponga un pie el Frankenstein de Alonso, ahí estará presente un feroz estallido social para recordarle su envergadura de espurio que pretende ostentar.
Aunque a los tricolores les gustaría dar vuelta a la página y emprender los preparativos para la segunda parte del saqueo estatal, debieran preocuparse y tener la mínima consciencia que la atroz acción de hacer a un lado la voluntad popular trae un alto costo político y sobretodo social. La democracia simulada y un triunfo ficticio siempre generará un escozor ciudadano que traerá muchos síntomas; la carencia de respaldo social al gobierno es el menor de ellos. Al tiempo.
Para los que saben y opinan de política, el Gobierno estiró tanto la cuerda que se puede palpar a leguas el enorme grado de rechazo a todo lo que siquiera huela a PRI. El cuestionamiento generalizado es: ¿Quién quisiera estar en un gobierno que solo representa la tajante imposición, la corrupción y el distanciamiento con el pueblo? Aunque no lo crean, la respuesta se encuentra en los mismos vulgares ambiciosos del poder que no acaban de irse. Ni pretenden.
Estamos en resistencia pacífica, por ello de nuestra parte estaremos atentos y participaremos en la gestación de un noble y justificado movimiento social que pretende a toda costa esclarecer la elección y exigir se respete la voluntad de los zacatecanos. Reiteramos: no reconocemos al Frankenstein de Alonso, ni a sus mapaches, mucho menos al resultado a modo de la elección.