Por Andrés Vera Díaz
La Semana Santa no sólo ha sido un tiempo de precaria festividad cultural y posicionamientos políticos del Obispo que menosprecian la problemáica fundamental del Estado, también se convirtió en una capirotada de arribismo partidista.
Luego de le hecatombe propiciada por Pedro de León, ahora el oportunista, se ha dedicado a buscar “coincidencias” con aspirantes abla gubernatura –llámese David Monreal- y otros. Pero no sólo su postura característica particular lo desdeña a él, sino a varios que no pudieron acceder a sus aspiraciones en el plano mediático como el propio Raymundo Moreno, que a tan sólo seis meses de integrarse a la vida política de Zacatecas, ahora, dada la fallida intentona de imponerse como candidato mintiendo a su propio equipo de trabajo, afirmando sería el candidato, ahora pulula en las filas del PRI sin identidad propia.
Casos hemos visto en semanas anteriores, grupos del tricolor y del Verde se han “sumado” al proyecto del senador con licencia fresnillense. Desde la derecha consagrada a la izquierda pragmática se desdibujan aún más las tímidas posibilidades de congeniar socialmente en una civilidad política en pro del desarrollo popular.
La falsedad ideológica se hace presente ya de forma por de más cínica. Es una de las prácticas más comunes en tiempos electorales, generalmente la lealtad dura o tres o seis años y como dijera el joven Galaviz Ávila, expresidente de la Red de Jóvenes por México -antes Frente Revolucionario del PRI- que también anunciara su adhesión a Morena, “no nos importa que nos llamen traidores”, cuando la oportunidad de obtener un beneficio es de alguna manera palpable, “me vale madre lo que digan” (en una coloquial traducción).
La falsedad ideológica hace referencia sobre el contenido del discurso de convencimiento más no sobre el convencimiento de fondo como tal. Un discurso falso se sustenta a tres meses de las elecciones arguyendo que “ahora nos damos cuenta que el sexenio fue un fracaso”, pero en realidad nadie cree su cimiento. Buscar la empatía social en un hecho consumado para legitimar la falta de identidad, el oportunismo y arribismo, es simplemente patético, es decir, no hay capacidad de liderazgo y de asumir desde una trinchera específica una lucha por el cambio, pero dice un viejo adagio, “si no puedes con el enemigo súmatele”. A fin de cuentas es cuestión de sobrevivencia política individual o grupal, no en pos de la defensa de causas específicas sociales, por eso, nadie les cree.
Pero más allá de una conveniencia personal, es culpa también de los partidos políticos, cuando de vocifera a los cuatro vientos la pulcirdad ideológica pero luego se les exonera de toda culpa verdad ¿Andrés Manuel?.
Conumnmente se presume que la ideología política en su concepto universal, es un sistema de pensamientos o creencias que animan a la acción política. Es en ese sentido la que domina o rige la mayoría de los regímenes, partidos y movimientos políticos, los cuales se caracterizan por poseer una corriente de pensamiento que les permite movilizar el apoyo popular y legitimar sus acciones; pero dista mucho de ser concisa cuando se invita a la campaña, a un partido que advierte una línea de masas como el PT, a que se integre uno de los personajes más corruptos e infames de la vida pública en Zacatecas, y me refiero a Pedro de León. Realmente, ¿qué tiene que aportar a la débil izquierda local?.
Por tanto, el pragmatismo se ha convertido en la nueva ideología de los partidos políticos del sistema moderno, cuestión que favorece la pérdida de los principios y de la lucha por los ideales. Lo cual ha degenerado en una insuficiencia en las corrientes ideológicas de los actores que alimentan el sistema de partido, y da respuestas al análisis sobre lo que ha estado ocurriendo con la partidocracia en Zacatecas. Sobre todo, el por qué organizaciones como el Partido de la Revolución Democrática (PRD), y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no terminan de encontrarse así mismo.
Sin embargo pese a que existe un deterioro casi general de la matriz política vemos como los candidatos independientes inspirado en sus inicios en la llamada filosofía antipartidocrática, logra insertarse en las nuevas corrientes de pensamiento “sin dejar o separarse” de los principios ideológicos que le dieron origen, como el caso del Bronco en el PRI. (La ideología) se constituye en el eje central para la debacle de unos y la consolidación de otros, que como en el caso del Pedro, ha podido consolidar una verdadera vocación de esquirolaje.
De forma contraria, la capacidad que deben tener candidatos y partidos para ganar apoyo y obtener legitimidad, ha dependido del proceso continuo de renovación en sus respectivos sistemas de pensamiento y de acción, no de arribismo y de cambio de siglas, pero debe hacerse desde las bases.
En ese contexto que una ideología política se convierte en un conjunto de valores primarios, de los cuales las personas deriven sus actitudes hacia los hechos y problemas sociales de los demás, sirviéndole de guía para conducirse políticamente, debe ser la verdadera lucha en los partidos y políticos, no solo el acceso al poder por berrinches.