Por Andrés Vera Díaz
El momento de cobrar las despensas y toda ayuda social llega 3 días antes de la elección. El discurso de cada candidato priista es que si cambian de partido la ayuda que reciben les será quitada. Es su forma de fomentar el voto y la razón por la cual los más pobres acudirán a votar, el temor de perder lo poco que les regalan.
El comportamiento electoral en los municipios más pobres se basa desde las propias estructuras gubernamentales, que incitan a los habitantes de éstos a depender de los raquíticos recursos que otorga el estado y la federación por lo eso votan por el partido en el poder para asegurar su permanencia.
En los municipios o distritos de mayor pobreza dependen más de las dádivas «generosas del señor gobernador o el diputado que rara vez se digna a regresar a su distrito» y por lo tanto votan por el partido predominante, porque de alguna manera piensan que eso les garantiza continuar con los subsidios, las despensas, los bultos de cemento y claro, la impunidad en el caso de alcaldes y regidores abusivos.
El aparato priista es casi perfecto y se basa precisamente en la necesidad de la gente, de la espera del dispendio y la plena convicción ciudadana basada en que las cosas nunca cambiarán, por lo tanto hay que agarrar lo que den. En otros partidos políticos existe la misma práctica, pero en menor medida por el recurso y por la falta de estructura. La parafernalia comenzó y ahora desde 5 días después del inicio de las campañas.
Pero el dispendio no es la única forma de «obtener» votos. La estructura del PRI comienza desde las colonias en comunidades, poblados y ciudades. A cada líder seccional se le asigna una cuota, en base al número de votos obtenidos en la elección anterior como primer punto, sin embargo, si la cuota no complace la meta, es decir, el operador político seccional no logra llevar en grupos previamente establecidos a las casillas para que voten, comienza a operar la entrega de boletas marcadas a favor del PRI para que el «ciudadano», llegue a la urna y deposite el voto. «No importa que no haya una correspondencia con la lista nominal, para eso se suplanta a los representantes de casilla o se les corrompe», me dijo un priista que conoce perfectamente el andamiaje tricolor.
Con el boom de la era digital cibernética, las estrategias se han modernizado más. En los bunkers que se instalan en puntos estratégicos en los diferentes distritos, «centros operativos» como los llaman, ahora instalan computadoras potentes conectadas directamente a los servidores del INE para modificar los resultados preliminares o en caso ya extremo, los resultados finales.
Parece la narración de una película de ciencia ficción, pero es real. Los centros operativos tienen todo, maletines con dinero, internet, teléfonos, despensas, más dinero y muchos sobres amarillos. Desde ahí, salen los operadores a vigilar «el ambiente» electoral. Reportan inclusive, si algún osado graba la entrega de los dispendios y se «analiza» la acción a tomar. En algunos casos, la represión, golpear a los atrevidos como ocurrió en Guerrero a mediados de este mes.
El PRI sabe que la única forma de que el aparato falle, es que la mayoría de la gente salga a votar y por los partidos de oposición, «ahí si es difícil modificar los resultados». En los meses y semanas previos al 7 de junio, hemos visto gastos multimillonarios por fuera de la ley electoral, rebasando los topes de campaña y con dinero de procedencia gubernamental, en la compra de muchos espacios publicitarios, despensas, regalos, acuerdos con sectores estratégicos, encuestas hechas como propaganda (incluso diarias) y difundidas por televisión, radio y periódicos de todo el estado, influyendo ilegalmente en la percepción de los ciudadanos e induciendo sin pudor el voto a favor de los candidatos oficialistas y rematando con ilegales productos como los kits escolares, boletos de cine, despensas y ahora una nueva modalidad, tickets para llamadas ilimitadas en telefonía celular por 3 meses que entrega el aparato priista en todo el estado.
La lista no acaba ahí, están los vales de gasolina, materiales de construcción, electrodomésticos, y tarjetas de descuento en tiendas departamentales. Regresaron las conocidas e ilegales prácticas de la operación tamal (desayunos para acarrear y asegurar simpatizantes).
Pero esto es sólo la forma «civilizada» de fraudear las elecciones, las acciones más radicales se contemplan en «el manual para elecciones» del PRI. Están los llamados carruseles (gente que vota varias veces en diferentes casillas); casillas zapato (con la modalidad de que se pusieron unos cuantos votos a otros candidatos para que no se identifiquen); acarreo de votantes; coacción de votantes afuera de las casillas; robo de urnas, quema de boletas electorales o tiradas a la basura; amedrentamiento y violencia contra funcionarios y representantes de casillas, incluyendo secuestros y hasta asesinatos, así como agresiones físicas contra observadores electorales ciudadanos. Todo ello ante la pasividad cómplice y generalizada de policías y autoridades electorales.
Quienes infringen las leyes electorales y con miles de millones de pesos han corrompido y prostituido nuestra democracia, impulsan una filosofía y una práctica pública inmoral y atroz que profundizan la anomia social y la ilegalidad: la ley está hecha para violarse, «con dinero baila el perro y hay que aprender a perder haiga sido como haiga sido», pues el fin justifica los medios.
Si el PRI gana de forma legal, está bien, así es la democracia, pero corrompiendo y acentuando la debilidad institucional, jamás cambiará este país, ni este pobre, pobrísimo estado.
Oponerse al fraude electoral y defender la legalidad democrática significa rechazar esa inmoral filosofía y sus prácticas. Nuestra Constitución indica (Art. 41) que las elecciones deben ser libres y auténticas, principios rectores que han sido violentados por la simulación democrática de unas elecciones obscenamente compradas. La frágil imposición por la vía de la percepción parece cada vez menos viable con los sectores indignados que marchan y se organizan. Es un asunto de todos y para todos.
Vota, pero no bajo la premisa de «agarra lo que te dan pero vota por el PAN», o la nueva, «Que te den arena y cal pero vota por Monreal», es sólo una forma justificada de fomentar la corrupción de manera coyuntural. ¿Qué garantizará que al llegar al poder no hagan esas mismas prácticas?, bueno, las hacen, en menor medida, no todos, pero la hacen.